Dos mujeres
amándose
Israel González
En “Todo el mundo
tiene a alguien menos yo” (Raúl Fuentes, México, 2011), una adolescente y una
mujer madura mantienen una relación amorosa.
La historia de
María, la adolescente preparatoriana, y Alejandra, la editora literaria, se
desarrolla en la ciudad de México.
Las dos mujeres
empiezan a acercarse un poco tímidamente. Al principio María rechaza el beso en
la boca que pretende darle Alejandra. Pero no se complica mucho por este hecho
pues al despedirse es ella la que besa a Alejandra.
María y Alejandra
son de clase media alta: María estudia en una preparatoria particular de
Coyoacán, vive en esa delegación y sus papás tienen auto, etcétera. Alejandra,
por su parte, vive en la colonia del Valle en un moderno apartamento y uno de
sus lujos, además de la buena ropa, es comer en restaurantes exclusivos.
La experiencia de
Alejandra en la “alta cultura” embona muy bien con el ánimo de aprender que
demuestra María, a quien, por cierto, gusta la lectura.
Sin embargo, y aunque
en lo sexual funcionan muy bien, María quiere estar en las fiestas que sus
amigos organizan (con alcohol y otras drogas y bailes desenfrenados); pero que
a Alejandra aburren enormemente.
Una relación así,
en donde los universos de dos mujeres ocasionalmente coinciden, se tocan (María
jamás podrá pertenecer al mundo de Alejandra ni
ésta encajará nunca en su vida adolescente), parece no tener futuro.
Nada, ni la pasión ni los gratos momentos compartidos ni el diálogo al que
invita Alejandra parecen ser razones suficientes para alargar una relación que
al parecer nació muerta.
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