La basura diaria
Israel González
Desde que nacemos hasta que morimos producimos (¡vaya
descubrimiento!) basura.
En el trayecto, eso que llamamos educación, por diversas
razones, suele fallar y, entonces, arrojamos los desperdicios en cualquier
parte menos donde corresponde: sobre el teléfono público, en las salientes de
las casas, en el césped de la avenida, en la escalera que conduce a los
apartamentos, sobre las sillas –cuando tienen- de los parques, en los arbustos
o a un lado de ellos…
Es incómodo, una verdadera lata, cargar con la basura
hasta encontrar un bote o hasta llegar a casa.
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