Súper Man Shado,
por Saúl Kastro
Me siento mal. Seguro algún maldoso aprovechó un descuido mío y le puso
kriptonita a mi cuba. El escalofrío de mis piernas y los mareos no cesan, por
eso no puedo volar y me veo en la necesidad de usar el Metro. Abordo en
Pantitlán, el viaje es largo hasta Observatorio, por eso lo mejor fue tratar de
relajarme. No era el único súper héroe abordo, tengo buena compañía: Thor checa
su Face; Aquaman canta “Fuego bajo tu piel”, de Andrea Básef; la Mujer
Maravilla y Elástica leen “50 sombras de Grey”, por sus gestos se nota cuánto
disfrutan su lectura.
Desde la primera estación Hiedra Venenosa me hizo ojitos; y ya por Moctezuma se
acerca un poco más y también le correspondo con una sonrisa, un tanto estúpida.
Supongo que por efecto de la kriptonita la veo bonita. A discreción se coloca
delante de mí. Los súper héroes, por sus extra-sentidos como el del Hombre
Araña, suelen percatarse de lo que sucede a su alrededor, pero es viernes, bien
pueden bajarse el swicht e ir como gente normal. Hiedra pasa ligeramente la punta
de su lengua entre sus labios, luego baja su mano y con un ademán me invita a
acariciar su nalga. Yo dije “si es con permiso, pues va”, me acerco un poco
más, me cercioro que no me vea nadie, según yo, y mi mano derecha trémula se
posa sobre la forma redonda, suave y exquisita. “¡Ay, pinche viejo puerco, qué
le pasa, baboso!”, grita Hiedra Venenosa al mismo tiempo que voltea y lanza
manotazos. Gatúbela grita “¡Vienen manoseando a la señito, yo lo vi!” El Metro
se detiene en Isabel la Católica, unos bajan y otros suben ignorando el asunto.
Los demás gritan “¡Bajen a ese marrano!” Hulk y la Mole aparecen uno en cada
lado mío, me toman de los brazos y me levantan. “¡Órale cabrón, vas pa fuera!”
Me llevan hasta un rincón, mi pies cuelgan como trapo, me siento como gatito
que será echado de la casa. Hiedra y Gatúbela van detrás de nosotros. El
temblor de piernas y el mareo amenazan con crecer. Hulk la pinta claro y
directo “mira güey, lo que hiciste es grave y hay testigos, si te remitimos a
la Liga de la Justicia te va a ir como en feria, fácil te echas 6 meses en el
chico bote, diario te van a madrear y la fianza te va a salir bien cara, mejor
arréglate de una vez con la señito para que te dé el perdón y ya no haya pedo
¿cuánto traes?” Mis súper poderes me fallan, estoy súper apanicado. Saco de mi
cartera un billete de 500, el resto de la paga de la semana por salvar a E.U.
de terrorismo galáctico. Hiedra Venenosa me lo arrebata. No soporto, tanta
mierda me causa nauseas. Es inevitable. Pese a toda su agilidad felina,
Gatúbela no logra esquivar el chorro de mi vómito sobre su panza, los demás
logran retroceder de un salto. La presión del estómago y de la cabeza me deja
estático. Gatúbela, súper encabronada, da un súper salto, gira en el aire y
lanza una súper patada directo a mi mandíbula. Todo gira de forma vertiginosa y
se vuelve oscuro. Entre mi nebulosa oigo un silbato. Ironman pide a mis
agresores detenerse. Ellos corren a escapar. Poco a poco recupero la visión,
pero no sé dónde estoy. Veo a súper héroes salir de los vagones y esquivarme
con prisa. Solo Batman y Robín tratan ayudarme, me hablan, pero no entiendo lo
que me dicen.
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