Mirada y beso
por Saúl Kastro
Leía a Poniatowska, concluí un capítulo y alcé mi vista para descansarla un
poco. Frente a mí una pareja. Su mirada de ella me resultó incómoda, lo fue
porque me gustó. Ella lo abrazó, recargó su mejilla en el hombro de él, me
observó, humedeció sus labios y peinó con sus dedos su cabello teñido de color
caoba para descubrir su faz morena, el largo de sus pestañas arrimeladas y el
fino delineado sobre sus párpados. Esquivé su mirada ante la sospecha de ser
observado. Sobre ella, un mensaje pintado con marcador negro, en una etiqueta
adherida al vidrio, era un llamado a guerra civil, detrás del mensaje la
oscuridad del túnel. Bajé la mirada con la esperanza de encontrarme de nuevo, su
mirada incómoda y a la vez agradable. Pero su novio, o lo que fuese, la besó,
la abrazó, la estrujó. Regreso a Poniatowska, mi vista ha descansado.
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