Los días en Chiapa
Israel González
Nunca abandona el calor a Chiapa. Ni en diciembre.
Desde que amanece, el sol abre sus fauces y lanza sobre
el pueblo millares de cocodrilos de luz.
A las dos de la tarde Chiapa de Corzo es un comal al rojo
vivo.
Andar descalzo bajo el sol quemante, sobre el suelo
ardiendo, sería un suicidio.
De vez en cuando sopla un vientecillo acariciador llegado
desde quién sabe dónde.
Conforme avanza el día el sol amaina.
En las aceras de algunas casas, los ancianos sacan sus
sillas para refrescarse porque en sus lechos el calor continúa agazapado.
La tarde empieza a refrescar los caminos.
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