Pos me asaltó, por Saúl Kastro
El incremento en el precio al pasaje del Metro causó diversas protestas, una de
ellas fue el llamado “Pos me salto”, que en realidad con la gran agilidad que
tenemos la mayoría, bien pudo haberse llamado “Pos me paso por abajo”. La gente
en desmadre organizado aprovechó para no pagar su pasaje dos o cinco días, de
todas maneras quedaban 1825 días que sí serían pagados, hasta el nuevo
incremento. La mera neta no tenía idea de quién movía todo aquel relajo, pero
eso no me importaba, pues mi único interés era el caos y el exhibicionismo, era
hermoso, como ser tú mismo, sentirte libre, aunque fuera solo cinco minutos.
Pasamos por debajo como soldados pecho a tierra, rodamos como pandas, cruzamos
como frailes rezando, bailamos desde la Macarena hasta perreo; jugamos a la
víbora de la mar, al barco pirata; nos tomamos fotos, las subimos al Face,
etiquetamos a las amistades. Luego siguió gente profesional e invitados. Desde
Coahuila, la bella Flátader, Iraís Pichardo, quien abrió con unNosepik. Luego la Skaeter, Andrea Sánchez, terminó con un Noseslide. Ambas, bicicleta y patineta, sobre la caja de metal del torniquete.
¡Ah, qué saltos! Luego los enormes saltos de pie-ala, desde gimnastas hasta
bailarines de la Escuela Nacional de Danza. El Gran Mamey se quiso lucir, tomó
impulso, saltó, dio tres giros, en pleno vuelo pasó la tarjeta por el detector
para hacer gala de su precisión, cinco pesos marcó y luego del otro lado cayó
parado en un pie en punta, sobre el dedo gordo; Pepe y yo fuimos los únicos
pendejos que dimos dos aplausos de manera sincronizada “¡mucho, maes!… tro”;
reprimimos ante el abucheo que recibió. “¡No mames. Pagaste. Idiota!” le
gritaron. El Gran Mamey pidió disculpas y se retiró. Luego el ánimo se calmó
cuando las luces se apagaron y un jazz comenzó “Smoke
on the water”, dos reflectores y un maestro de ceremonias
señalaron en el torniquete 1 la escultural aparición deee ¡Lunaaa Cristalll!
Mis amigos y yo sacamos las chelas y nos olvidamos del Pos me salto, pos ya ni
modo. ¡No manches! Qué forma de quitarse la ropa. Mientras la jauría aullaba,
dos fornidos caballeros en tanga, con moñito al cuello, colocaron un firme tubo
sobre un torniquete. Todos nos sentimos <>
ante las acrobacias de aquella campeona olímpica del Pole Dance: anarquistas,
corrientes partidistas, vagoneros, policías e inspectores, olvidamos por un
rato diferencias para unirnos por una causa en común.
Las cervezas se acabaron, Pepe hizo la vaca, echamos volado y perdí, me tocó ir. Corrí antes de que comenzara el segundo tiempo. Salí de la estación Tacubaya, fui hacia la tienda sobre la avenida, pero me topé con un retén ratón: un individuo pelón y tatuado elegía de forma aleatoria a los transeúntes “caballero, pase por aquí, por favor, los demás pueden seguir tranquilos”; otro guía, a los elegidos, nos formó entre conos de tránsito; al frente, dos chavos de traje con pistola en mano hacían el cacheo. Llegó mi turno. “¡Cámara eseee, cayitos con la luz, si no quiere que te abarateee.” “No, miren jóvenes, aquí hay un error…” ¡Pum! Chingadazo al hígado. “¡No te pregunté si me equivoqueeeé, dije <
No hay comentarios:
Publicar un comentario