De un diálogo
inusual, un impresor cumplido, dos escritores y un librito.
Por Arturo Texcahua
El lunes 11 de mayo
estuve en Toluca, en la Facultad de Humanidades, participando en un coloquio
llamado Diálogos Humanísticos II, con una ponencia sobre el sistema literario
mexicano en los años sesenta del siglo XX en México. Curiosamente, en la mesa nos
reunimos estudiosos de diferentes disciplinas: unas odontólogas hablando desde
la bioética de humanismo en el trato de los pacientes, y dos historiadores, uno
destacando la cartografía del siglo XVI y el otro, una mujer, abordando el uso
de la fotografía como recurso para el estudio histórico y el análisis social.
Curioso diálogo, inusual pero pertinente.
El martes, mi amigo
impresor (eres grande, caballero), se comprometió a entregarme los primeros
ejemplares de El viejo reloj de oro, de
Efrén Romero Acuña antes de su presentación. Y lo cumplió, como siempre. No
diré su nombre, pero él y yo sabemos que es el único impresor que sí cumple. El
trajín, en el que siempre estoy, no me había permitido darle las últimas
revisiones a una novela interesante tanto por la simple anécdota que la sostiene
como por los personajes históricos que destaca. Es una ficción escrita desde una
apreciación personal que seguramente causará cuestionamientos. Efrén Romero es
valiente, los aguantará. También es un cronista que ama a Xochimilco, su
historia, su gente. Ahora ha organizado un festival cultural con motivo de las
fiestas patronales de la Parroquia de San Bernardino de Siena. El escenario es
el auditorio de este monumento artístico, espacio magnífico, aunque un tanto
maltrecho por la falta de presupuesto oficial. Este lunes 18 de mayo presenta su
novela, la primera de una zaga, según promete Efrén Romero Acuña, que recorrerá
la historia de Xochimilco y de México en el siglo XX. Suena más que
interesante. Ojalá cumpla su promesa.
También esta semana
me reuní con dos personas que pronto publicarán en Trajín, Raúl Sánchez
Benítez, un hombre lleno de historias e inquietudes, autor de La herencia maya en San Juan Chamula, y
Claudia Fernández, inquieta compañera de la Universidad Autónoma del Estado de
México, quien apenas regresó de una estancia académica en Murcia, España, que
además de muchas experiencias, la animó a desear dar a conocer su primer libro
de poemas: Volar sin alas.
El viernes 15 de
mayo, justo el día del Maestro, presenté en el mencionado auditorio, también
como parte de las actividades de citado festival, el librito Ceñir la palabra. Pequeño en dimensión
(64 páginas), pequeño en tiraje (200 ejemplares) y pequeño en aspiraciones. Reúne
varios relatos cortos o breves, o brevísimos, casi microscópicos. Entre sueños,
obsesiones y ocurrencias ociosas, los textos se vuelven un ejercicio que busca
en la concisión a un lector curioso. Espero que quienes se atrevan a leerlo lo
traten (y a mí también) con benevolencia, y acaso encuentren en él deleite o
algún provecho.
Estoy, además de
metido en mis investigaciones literarias, escribiendo una carta que enviaré al
rector Narro, donde denuncio los abusos de un par de maestros de la Escuela
Nacional Preparatoria. Pronto daré cuenta de ellos.
muy buen libro; muy interesante, lo recomiendo ¡¡¡¡muchas felicidades!!!!!
ResponderEliminar