lunes, 24 de febrero de 2014

El miedo, por Israel González

El miedo
Israel González


El miedo sirve para desarmar, para controlar.
El que se deja dominar por él ya no se pertenece, ya no tiene sosiego.
El miedo entra por las orejas y por los ojos y se agazapa en el cerebro.
El miedo quita la palabra.
El miedo, de hombre pensante te convierte en bulto, en sombra.
El miedo achica mientras él crece y cubre, como un río desbocado, todos tus espacios y todos tus pensamientos.
El miedo amenaza: Cualquier movimiento que hagas y te desmorono.
Por eso, gobernantes, políticos y todo aquél que cree tener poder –o quiere lograr algo de ti- recurre a él con el único autoritario afán malévolo de aniquilarte.

Vivir con miedo no es vivir.

Tragicomedia mexicana (El Chapo), por Jaime Velasco Luján

Tragicomedia mexicana (El Chapo), por Jaime Velasco Luján

Amable auditorio interrumpimos nuestra programación musical porque hasta la EQUISECUCA nos llega un boletín de prensa:
El Chapo Guzmán fue atrapado ayer en Culiacán, este sujeto era famoso por aparecer en dos famosas listas: la de Forbes (los más ricos del mundo) y la DEA, en ambas listas ocupó siempre los primeros lugares...
La tarde de ayer, el gobierno mexicano anunció que los mil millones de pesos que constituyen la fortuna del Chapo, será repartido entre los mexicanos de la manera siguiente: el ciudadano ganará el mismo sueldo que un senador (incluye organizar festejos por el cumpleaños de su señora en el edificio del Senado); cada niño recibirá, en su casa, un equipo completo de gimnasia (esté panzón o no); las madres solteras recibirán tantos millones cuantos hijos tengan; los alumnos tendrán una beca que le garantice estudiar Lienciatura, Maestría y Doctorado; los mendigos (que no méndigos) trabajarán como "extras" en cine y televisión; se abolirá el robo porque todos serán ricos; desaparecen los partidos políticos por la misma razón: ya no tendrán necesidad de robar; en fin, estimado auditorio, ahora sí seremos del primer mundo...
Esperen, nos llega un boletín de última hora, viene de Estados Unidos y lo firma el Presidente Barak Osama (como le dicen en México), el Presidente declara que el Chapo "le pertenece," que se puede fugar otra vez si se queda en México y que el necesita ese dinero para asegurar el futuro de su familia hasta el año tres mil, el Presidente declaró que no dará ni las sobras a los mexicanos... O sea que seguiremos como siempre... Qué gacho...

(Información tomada del diario La jornada)


sábado, 22 de febrero de 2014

El Metro sigue su curso, por Saúl Kastro

El Metro sigue su curso,
por Saúl Kastro


“Curso intensivo de Buenos Modales en el Sistema de Transporte Colectivo Metro.” Así lo anunciaron, duró tres días, el primero fue teórico y los otros dos, prácticos. Los instructores consideraron adecuada la línea  amarilla para ejercicios de principiantes. Aprendí a no empujar ni al subir ni al bajar, a no estorbar en la entrada, a no abrazar el tubo para que los demás también se sujeten, a dar el asiento a hombres y mujeres con niños, a adultos  mayores, a sonreír a mis compañeros de viaje y, sobre todo, aprendí las tres palabras mágicas: permiso, gracias y disculpe usted; en mi exposición, para ser evaluado, demostré cómo se puede entrar con calma, llegar a mitad del vagón lleno de gente y cómo salir sin codazos ni empujones, solicitando de manera amable permiso y dando las gracias. Al final me dieron mi diploma. Luego el instructor me dijo en su oficina que notó potencial en mí y me preguntó si quería ir un poco más allá de lo aprendido. Sus palabras fueron un reto el cual acepté. Se trataba de poner a prueba en una sola práctica todo lo aprendido, pero en situación extrema.



La cita fue en Pantitlán dirección La Paz, un lunes a las siete de la tarde; las malas lenguas decían que era el mismo infierno. Pasaron tres Metros para poder llegar hasta enfrente. Los únicos dos alumnos que aceptamos el reto ya estábamos listos. El instructor nos pidió calma. Llegó el Dragón roji-blanco, la masa popular se contrajo hacia las puertas, fuimos aplastados. “¡Soporten muchachos, soporten!”, pedía el instructor. Pero eran muchos, mi compañero y yo gritamos a la gente que había un anciano en la puerta, lo estaban aplastando. Fue en vano. La puerta se abrió. Fuimos empujados, el anciano cayó y me pareció ver que, con toda intención, puso su bastón en mis pies para tropezar, que me voy de hocico; mi compañero y el instructor trataron de ayudarnos, pero fueron barridos por la marabunta de gente. Algunos nos brincaron, otros tropezaron, nos cayeron encima, nos pisaron y corrieron a tomar asiento. Sentarse era el trofeo del día y solo los más fuertes, los más rudos, lo obtendrían, así son las reglas de la selva. En el suelo, el anciano luchó de forma amable, esquivó y detuvo pisadas con su bastón, traté de imitarlo, lo logré solo de algunas; pero al final recibí un pisotón en la mandíbula, quedé atolondrado, el referí Tirantes entró de un salto, se tiró de rodillas, contó tres palmadas y quedé fuera; dio por concluida la pelea.

               


Desperté tirado en las escaleras, mi compañero de curso, el instructor y el anciano me reanimaban. “¡Reprobé, verdad?”, fue lo primero que dije al abrir los ojos. “No, sobreviviste”, dijo mi compañero. Y mientras el anciano me colocaba mi insignia de alumno avanzado en la solapa, el instructor lo presentaba. “Él es el Gran Master, el iniciador de estos cursos”. Le estreché la mano, me felicitó, dijo que estaba orgulloso de mí. Con una fractura de mano, un ojo morado y el labio sangrando, le dije “es un honor, señor.”

viernes, 21 de febrero de 2014

"Impurezas", por Jezquel Chávez

"Impurezas"
Por Jezquel Chávez
 

Hay dos formas de hacer transcurrir un día. La primera, en singular monotonía para mi vida, sería leyendo en cada segundo que me quede libre. La segunda, claramente, sería alguna otra muy divertida. Sin pensar qué te depare el destino debes tomar algún tiempo para poder pensar y captar lo que quizá nunca habías logrado ver. Minúsculas cosas se ponen frente a ti cuando decides caminar. Esta vez decidí dejar los libros a un lado para caminar entre las calles xochimilcas. Sin lugar a dudas es un recorrido pacifico y tranquilo. Mientras me encontraba paseando por las calles románticas de nuestro centro, recordé un día no muy lejano, en el que estaba con un "extranjero". Una persona que por "casualidad" había llegado a los lagos de Xochimilco. En mi incesante búsqueda por hallar a las singulares personas que congenien con mi visión de "un buen lugar para pasar el rato", pregunté cómo le habían parecido nuestros lagos, nuestras chinampas y nuestras trajineras. Para colmo de males, respondió lo siguiente:
-Me parece muy bello, sin lugar a dudas un punto del DF al que quisiera regresar. Pero hay un problema muy grave en Xochimilco.
–¿Cuál? si es que puedo preguntar -pregunté ansioso de su respuesta.
-Pues que está muy sucio. Las aguas se notan negras y la mayoría de establecimientos ahí se ven demasiado descuidados. Pero es un problema que se arregla fácil con la unión de las personas.
Aquellas palabras vinieron a mi mente mientras me desplazaba por Xochimilco. En aquel momento no tuve palabras para responder a esos comentarios, puesto que no hay forma de negar lo obvio. Gratamente en esta crítica hay dos cosas que deben tomarse en cuenta: una es la palabra "sucio", que significa "con muchas impurezas". Pienso que fue la palabra correcta mientras sigo en pie. Logro concretar que fue la correcta porque eso tiene Xochmilco, demasiadas "impurezas". En esta crítica hay otra palabra que debe considerarse y es "unión". Ciertamente muchos de nosotros estamos en contra de la unión para poder mejorar nuestro mismo entorno, pero no porque no queramos sino unirnos, sino por el poco apoyo gubernamental que se tiene.
Reflexiono sobre "sucio" y "unión" mientras camino entre las calles rumbo a mi casa. ¿Podremos unir estas dos palabras? No me refiero a una unión física como "suciounión" o algo por el estilo. Pienso en lo que ocurriría si lo lográramos. Me dirijo a todos los xochimilcas para preguntarles ¿podremos "unirnos" para intentar retirar todas aquellas "impurezas" que nos rodean?, ¿podremos tener una conciencia social para mejorar el lugar donde vivimos?
Así, cada minuto, desde aquél día, reflexiono sobre la dureza de esa pequeña critica. Cada día me pregunto lo mismo y aún no encuentro persona que me dé respuesta.

Fabulillas, por Israel González

Fabulillas
por Israel González

*
Malhumorado, harto, sin ganas...no recurrió al suicidio
sino a las vacaciones.
*
En medio de la hoguera del trópico, un tobogán y una pista de hielo:
circo para el pueblo.
*
La pobreza calcina las pupilas de los que andamos
con los ojos abiertos.
*

Aves de la ciudad, perplejas, no entienden tanta insensatez
de esa criatura sin alas llamada “hombre”.

*
Harapientas figuras deambulan entre los residuos del día,
en las esquinas oxidadas, en las calles como costras,
resignadas a medio vivir, a medio ser,
a morir absolutamente un día cualquiera.

*
¿De qué sirve ese árbol de cambiantes colores?
¿Para qué un tobogán y una pista de hielo?
¿No era mejor un árbol y su fuente, una luna y su cántaro?

*
Palomas polvorientas: ¿qué hacemos aquí tragando polvo,
respirando brasa, embarrados de la sarna del sol,
azotados por la amarillenta flema del viento?

jueves, 20 de febrero de 2014

Súper Man Shado, por Saúl Kastro


Súper Man Shado, 
por Saúl Kastro

Me siento mal. Seguro algún maldoso aprovechó un descuido mío y le puso kriptonita a mi cuba. El escalofrío de mis piernas y los mareos no cesan, por eso no puedo volar y me veo en la necesidad de usar el Metro. Abordo en Pantitlán, el viaje es largo hasta Observatorio, por eso lo mejor fue tratar de relajarme. No era el único súper héroe abordo, tengo buena compañía: Thor checa su Face; Aquaman canta “Fuego bajo tu piel”, de Andrea Básef; la Mujer Maravilla y Elástica leen “50 sombras de Grey”, por sus gestos se nota cuánto disfrutan su lectura.
Desde la primera estación Hiedra Venenosa me hizo ojitos; y ya por Moctezuma se acerca un poco más y también le correspondo con una sonrisa, un tanto estúpida. Supongo que por efecto de la kriptonita la veo bonita. A discreción se coloca delante de mí. Los súper héroes, por sus extra-sentidos como el del Hombre Araña, suelen percatarse de lo que sucede a su alrededor, pero es viernes, bien pueden bajarse el swicht e ir como gente normal. Hiedra pasa ligeramente la punta de su lengua entre sus labios, luego baja su mano y con un ademán me invita a acariciar su nalga. Yo dije “si es con permiso, pues va”, me acerco un poco más, me cercioro que no me vea nadie, según yo, y mi mano derecha trémula se posa sobre la forma redonda, suave y exquisita. “¡Ay, pinche viejo puerco, qué le pasa, baboso!”, grita Hiedra Venenosa al mismo tiempo que voltea y lanza manotazos. Gatúbela grita “¡Vienen manoseando a la señito, yo lo vi!” El Metro se detiene en Isabel la Católica, unos bajan y otros suben ignorando el asunto. Los demás gritan “¡Bajen a ese marrano!” Hulk y la Mole aparecen uno en cada lado mío, me toman de los brazos y me levantan. “¡Órale cabrón, vas pa fuera!” Me llevan hasta un rincón, mi pies cuelgan como trapo, me siento como gatito que será echado de la casa. Hiedra y Gatúbela van detrás de nosotros. El temblor de piernas y el mareo amenazan con crecer. Hulk la pinta claro y directo “mira güey, lo que hiciste es grave y hay testigos, si te remitimos a la Liga de la Justicia te va a ir como en feria, fácil te echas 6 meses en el chico bote, diario te van a madrear y la fianza te va a salir bien cara, mejor arréglate de una vez con la señito para que te dé el perdón y ya no haya pedo ¿cuánto traes?” Mis súper poderes me fallan, estoy súper apanicado. Saco de mi cartera un billete de 500, el resto de la paga de la semana por salvar a E.U. de terrorismo galáctico. Hiedra Venenosa me lo arrebata. No soporto, tanta mierda me causa nauseas. Es inevitable. Pese a toda su agilidad felina, Gatúbela no logra esquivar el chorro de mi vómito sobre su panza, los demás logran retroceder de un salto. La presión del estómago y de la cabeza me deja estático. Gatúbela, súper encabronada, da un súper salto, gira en el aire y lanza una súper patada directo a mi mandíbula. Todo gira de forma vertiginosa y se vuelve oscuro. Entre mi nebulosa oigo un silbato. Ironman pide a mis agresores detenerse. Ellos corren a escapar. Poco a poco recupero la visión, pero no sé dónde estoy. Veo a súper héroes salir de los vagones y esquivarme con prisa. Solo Batman y Robín tratan ayudarme, me hablan, pero no entiendo lo que me dicen.

martes, 18 de febrero de 2014

Cayó y calló para siempre, por Saúl Kastro

Cayó y calló para siempre, 
por Saúl Kastro

“Vi salir a tu viejo del hotel Castillo, con tu amiga la Chule, neta, te lo juro, hasta los grabé y se ven bien claritos.” La Shina no quería creerlo a pesar de que ya lo sospechaba. Tenía ganas de decirle que la neta la Chule está bien buena, pero imaginé que no sería prudente. Entre llantos y mentadas de madre me pidió el video antes de que llegara su marido, porque ahora sí le iba a armar su megafiesta. Te lo doy en persona, ni por guapzap ni feis, porque con eso del espionaje ya nadie está seguro. No tenía nada qué hacer y me lancé a su depa en Tlatelolco. Ya sabía como es de impulsiva, por eso le dije “si llega antes tu viejo, no vaigas a hacer tus dramas, aguántame, pa que tengas pruebas”.

Antes de entrar a la estación Ermita, me compré un estuche para llevar el celular en la cintura, me sentía muy nice con mi adquisición de 30 varos, hasta como que caminaba de lado. Era la hora pico y llegué a la estación Hidalgo. La gente se arremolinó en la puerta, unos para entrar y otros para salir, todos al mismo tiempo. Alcanzaron a salir las tres primeras personas; el chofer activó la alerta de cierre, la gente entró en pánico porque era probable que ese fuera el último Metro de su vida; los ansiosos entraron a aferrarse del primer tubo a su alcance y a estorbar en la entrada. Yo traté de salir a como diera lugar, ellos me apretaron justo en la salida, trataron de regresarme, me jalé y lo logré… pero, lleno de horror, sentí que algo valioso se desprendía de mí, voltee con sumo espanto, el estuche se rompió por el jaloneo y, en cámara lenta, vi caer mi celular con maldita precisión entre el hueco del convoy y el piso del andén. Me aventé, mi dedo anular apenas lo tocó, caí a gatas, me pegué en las rodillas, la puerta cerró con fuerza y me aplastó la cara. Se volvió a abrir “tururú, permita el libre cierre de puertas, gracias”, dijo aquella dulce voz del inframundo. Me levanté como pude. La gente sonreía. El rostro me ardía de coraje, de pena y dolor. Esperé la marcha del transporte. Me asomé a las vías, no vi nada. Corrí con el boina azul para pedirle vigilara que nadie bajara a las vías por mi cel, mientras conseguía ayuda, él me observó y sonrió “descuide, yo aquí veo”, me dijo. Corrí con el poli del torniquete, le expliqué mi desgracia, sonrió y me pidió esperar a su jefe inmediato. Luego que llegó su superior le expliqué la situación, sonrió y me dijo que la jefa de estación podría resolver, pero andaba en inspección, que esperara. Por fin llegó la susodicha, le expliqué, sonrió y me pidió fuéramos al lugar.

Revisamos, pero nada. “Su número para marcarle.” ¡Qué, oh no, no me lo sé!” y no estaba de humor para salir con la misma babosada de siempre: “es que nunca me marco”. “Cayó entre las llantas, lo más seguro”, comentó alguien. “¡Paren la línea para bajar a las vías, por favor!” les supliqué. Solo si estaba a la vista lo harían, pero desde ningún ángulo se pudo. Yo casi entro en shock… “mis contactos, mis notas, mis juegos, mis videos y fotos… pobrecito, estará sonando y vibrando solito, entre los fríos y oscuros neumáticos y nunca más lo volveré a contestar, nooooo!” Todos regresaron a sus actividades, me quedé solo, no había nada por hacer. No había más remedio que enfrentar la situación como era. Continúe mi camino, de la línea azul a la verde. Llegué a Tlatelolco y salí corriendo hacia el depa de mi amiga la Shina… pero fue demasiado tarde.

Ya había una patrulla en el lugar, la Shina no soltaba a su marido de los cabellos, dos policías trataban de separarlos y los curiosos grababan con su celular para subirlo a Youtube. Quedé atónito, retrocedí, me recargué detrás de un muro, voltee a una puerta de cristal, me vi, una gruesa línea cruzaba mi rostro. Me alejé de ese lugar lo más pronto posible, antes de que me viera la Shina y me involucrara en un asunto en donde yo no tenía nada qué ver.

domingo, 16 de febrero de 2014

Pos me asaltó, por Saúl Kastro


Pos me asaltó, por Saúl Kastro
 
El incremento en el precio al pasaje del Metro causó diversas protestas, una de ellas fue el llamado “Pos me salto”, que en realidad con la gran agilidad que tenemos la mayoría, bien pudo haberse llamado “Pos me paso por abajo”. La gente en desmadre organizado aprovechó para no pagar su pasaje dos o cinco días, de todas maneras quedaban 1825 días que sí serían pagados, hasta el nuevo incremento. La mera neta no tenía idea de quién movía todo aquel relajo, pero eso no me importaba, pues mi único interés era el caos y el exhibicionismo, era hermoso, como ser tú mismo, sentirte libre, aunque fuera solo cinco minutos.
 
Pasamos por debajo como soldados pecho a tierra, rodamos como pandas, cruzamos como frailes rezando, bailamos desde la Macarena hasta perreo; jugamos a la víbora de la mar, al barco pirata; nos tomamos fotos, las subimos al Face, etiquetamos a las amistades. Luego siguió gente profesional e invitados. Desde Coahuila, la bella Flátader, Iraís Pichardo, quien abrió con unNosepik. Luego la Skaeter, Andrea Sánchez, terminó con un Noseslide. Ambas, bicicleta y patineta, sobre la caja de metal del torniquete. ¡Ah, qué saltos! Luego los enormes saltos de pie-ala, desde gimnastas hasta bailarines de la Escuela Nacional de Danza. El Gran Mamey se quiso lucir, tomó impulso, saltó, dio tres giros, en pleno vuelo pasó la tarjeta por el detector para hacer gala de su precisión, cinco pesos marcó y luego del otro lado cayó parado en un pie en punta, sobre el dedo gordo; Pepe y yo fuimos los únicos pendejos que dimos dos aplausos de manera sincronizada “¡mucho, maes!… tro”; reprimimos ante el abucheo que recibió. “¡No mames. Pagaste. Idiota!” le gritaron. El Gran Mamey pidió disculpas y se retiró. Luego el ánimo se calmó cuando las luces se apagaron y un jazz comenzó “Smoke on the water”, dos reflectores y un maestro de ceremonias señalaron en el torniquete 1 la escultural aparición deee ¡Lunaaa Cristalll! Mis amigos y yo sacamos las chelas y nos olvidamos del Pos me salto, pos ya ni modo. ¡No manches! Qué forma de quitarse la ropa. Mientras la jauría aullaba, dos fornidos caballeros en tanga, con moñito al cuello, colocaron un firme tubo sobre un torniquete. Todos nos sentimos <> ante las acrobacias de aquella campeona olímpica del Pole Dance: anarquistas, corrientes partidistas, vagoneros, policías e inspectores, olvidamos por un rato diferencias para unirnos por una causa en común.

Las cervezas se acabaron, Pepe hizo la vaca, echamos volado y perdí, me tocó ir. Corrí antes de que comenzara el segundo tiempo. Salí de la estación Tacubaya, fui hacia la tienda sobre la avenida, pero me topé con un retén ratón: un individuo pelón y tatuado elegía de forma aleatoria a los transeúntes “caballero, pase por aquí, por favor, los demás pueden seguir tranquilos”; otro guía, a los elegidos, nos formó entre conos de tránsito; al frente, dos chavos de traje con pistola en mano hacían el cacheo. Llegó mi turno. “¡Cámara eseee, cayitos con la luz, si no quiere que te abarateee.” “No, miren jóvenes, aquí hay un error…” ¡Pum! Chingadazo al hígado. “¡No te pregunté si me equivoqueeeé, dije <
> óraleee!” Yo estaba pasmado, me sacaron el aire, el dinero del bolsillo y mi reloj, cierto que mi reloj no valía 3000 caguamas, como el de un humilde Secretario de Estado, preocupado por el hambre y la pobreza, pero era un regalo de mi papá y eso me caló. “¡Y esto es pa que no te vuelvas a poner pendejooo!” ¡Pum! Directo a la jeta. Regresé al Metro por mis compas “ahorita van a ver estos cabrones”. “¿Y las chelas?” preguntó Pepe. “¡Qué creen chavos, que me acaban de asaltar!” “¡Aaaaaaahhh!” exclamó la banda, me la mentaron con chiflidos, luego me zapearon. “¡Cómo eres güey!” Un diente se me zafó, me agaché a buscarlo. Lo encontré y lo guardé en el mismo bolsillo de donde saqué un pedazo de periódico para limpiarme la sangre. En el torniquete tres ya bailaba Katy, la Reyna de Insurgentes. Pero ya no me pareció tan precioso el asunto. Ya no quería caos ni exhibirme, solo regresar a casa.

sábado, 15 de febrero de 2014

Avenida Los Náufragos, por Israel González

Avenida Los Náufragos,
por Israel González

 

Después de la cursilería de Navidad y Año nuevo (hasta los sátrapas y los privatizadores se humanizan y externan buenos deseos por la humanidad), las avenidas, las ciudades se atiborran de náufragos.
Náufragos del amor que no pudieron retener –enhorabuena- porque sencillamente no era amor.
Náufragos de la amistad que no supo entregar verdadera confianza y equidad y respeto.
Náufragos de la familia que intentó ignorar sus fisuras pero que aparecieron en el momento menos esperado.
Náufragos del empleo mal pagado que naufragó porque decidimos irnos a festejar como hacen siempre los demás que todo tienen.
Náufragos del dinero que nunca alcanza.
Náufragos de la algarabía, de la alegría ficticia, creada para soñar que el mundo es bueno.

Historia de una amiga enamorada (el puesto), por Jaime Velasco Luján

Historia de una amiga enamorada (el puesto)
por Jaime Velasco Luján




Nací en el centro de Xochimilco, cursé Estudios Latinoamericanos en la UNAM, dejé de escribir porque me casé, hace 4 años, con un argelino, mi apellido, Reza, tiene un origen musulmán, por eso, cuando era joven adopté la religión de Mahoma, comprenderás que no me podía casar con un mexicano porque son católicos, ahora tengo dos niños, éste que no está quieto, Abdul, de 3 años y la niña que cargo, Ahisha, de 6 meses... Mi esposo no está, vivimos en Querétaro unos años, pero Karim debe ir a Argel porque su mamá está enferma, así que ahorita esta en Cancún, buscando trabajo, no tengo nada de dinero y por eso regresé a Xochimilco, vivo con mi papá pero es muy dominante y ya no lo aguanto, oye, ¿puedes conseguirme trabajo?... Como ves ando vendiendo gelatinas y postres para subsistir...

Conocí a Olivia hace 5 años, durante un curso de poesía que impartí en la biblioteca del centro de Xochi, curso para varios escritores locales, después publicamos el libro colectivo Poetas de Xochimilco; veía a mi amiga ocasionalmente: conocí a su papá, a su esposo y ahora a sus hijos. Olivia es alta y blanca, fácilmente pudo conseguir un novio de buena posición económica en México, pero el destino no lo quiso así.
Ella me contó su vida hace 8 días, mientras estábamos sentado en una banca del parque del centro de Xochi, le contesté:
—Yo no puedo conseguirte trabajo, pero si quieres te doy mis libros para que los vendas.
Ella aceptó, así que la veo diario. Antier me dijo:
—Conseguí un puesto frente a la explanada delegacional, del 14 al 17, ahí podemos vender los libros.
Desde ayer la estoy apoyando: estoy pendiente de Olivia, de Ahisha, de Abdul y del abuelo, quien tiene 70 años (¿Cómo llegué a esto?); bueno, los dejo porque me voy al puesto... (Ah, ya que estoy allá, leo sábados y domingos a las 13 y a las 16:30 horas; del sábado en adelante, ya sin puesto, leeré sólo a las 13 horas). BUENFIN. 

viernes, 14 de febrero de 2014

Amor de laboratorio por Saúl Kastro

Amor de laboratorio
por Saúl Kastro  
“Metro Bondojito, ahí nos vemos”, luego me advirtió que a su papá le retencabrona la impuntualidad. El empleo temporal que me ofreció consistía en probar durante un acto sexual cierto tipo de sustancia, la cual estaba en fase experimental. “No pasa nada”, me dijo Yoshiko. Él y yo nos volvimos a encontrar en el Face, le platiqué de mi mala racha y decidió regresarme el favor de haberlo defendido cuando éramos estudiantes. “Sin ti mi vida hubiera valido cacahuate japonés, jijiji”. Increíble, tantos años y seguía con el mismo pinche chistecito. Él abogó por mí, pues su papá ya tenía parejas seleccionadas, pero consideró el paro que le hice a su hijo. En realidad nunca fue mi intención defenderlo, en tres ocasiones que le quisieron hacer bullyng por ñoño, yo pasaba por casualidad y corría a esconderse detrás de mí.
 
El objetivo de la píldora lo sabría después de la revisión médica, de los laboratorios y de firmar algunos papeles de discrecionalidad. “Meras cuestiones administrativas, tú solo te preocuparás de tomar la píldora, hacerle el amor a tu novia y después cobrar”, me dijo. Yo no tenía novia pero busqué en mis contactos a una chica sin escrúpulos, muy valiente y con ganas de ganar una buena marmaja. Fue fácil, lo difícil fue convencerlas por completo. Al final de tres solo aceptó una y acordamos la regla principal: solo por dinero. “Ok”, dijo. La cita fue en Taxqueña. Al ver que no llegaba le mandé mensaje “ke pedo”. “Ya voy”, contestó. Justificó su retardo porque no tenía con quién dejar a su bebé; sin más remedio se lo encargó a su niño mayor. Aun así le advertí que estábamos justos de tiempo. Durante el viaje la noté indiferente, así que me acerqué y le dije al oído “ya que vamos a tener sexo, por lo menos vamos a disfrutarlo ¿va?” Sonrió algo forzada, su amplia ojera izquierda tenía un tic y me tomó de la mano.
 
Siguiente estación. Un vagonero subió en Pino Suárez a vender toda la discografía de los Bettles, en un solo disco… a 10 varitos ¡Ay güeeey! “Help, l need somebody, help…” retumbó en los oídos. Una señora le exigió le bajara a su chingadera. El bocinero le mentó su madre. Un señor se paró y le dijo que le bajara de huevos. El macho se quitó las bocinas, luego la camisa y dejó ver sobre su piel las marcas de su guerra, como muestra de que no tenía nada qué perder ni temer y retó a golpes a todos. Mi amiga se paró gritando “¡no que ya los iban a quitar y mis cinco pesos qué!”. Le dije “¡Cálmate güey, luego yo te los doy!” Pero me ignoró y jaló la palanca de emergencia. El convoy  llegó a la Merced. Un policía pidió refuerzos, el bocinero chifló. De ambos bandos llegaron y se armó el desmadre. Tardamos en salir pero lo logramos. Faltaban quince minutos para la hora, corrimos a la avenida por un taxi, pero no había libres. Le marqué a Yoshiko, que nos esperara por favor solo cinco minutos. “Lo siento, amigo, mi papá es quien decide y me dice que ya valiste cacahuate japonés jijiji, ya te devolveré el favor en otra ocasión, sayonara.” “¡Sayonara tu madre, güey!” estaba que me llevaba la chingada. Mientras tanto, mi amiga veía ante un cristal bolsos y zapatos para combinar. Me paré a su lado. “Relax, ya no llegamos, ni modo.” Me dijo sin quitar su vista de la oferta. No contesté, pero con la boca apretada, traté de inhalar mucho, mucho aire. A dos calles de ahí el metro continuó su marcha normal.

miércoles, 12 de febrero de 2014

Los de abajo la pagan, por Saúl Kastro

Los de abajo la pagan, 
por Saúl Kastro  
Me dormí hasta las dos de la mañana por estar en el FaceBook, al chat con seis contactos a la vez. Siete almas dispuestas a pagar el precio del desvelo. Los mensajes iban y venían en cascada, dedos pulgar e índice, aunque adormilados, tenían cierta velocidad impresionante, ojalá así hubiera sido en la escuela. ¡Cuánto amor, qué historias!... y a las cuatro de la mañana ¡Pá-ra-te! Casi por inercia me preparé para salir al trabajo. “No lo vuelvo hacer”, dijera el clásico. En el Metro no alcancé asiento, por más que metí empujones, patadas y codazos, al final un gordito impidió de un panzazo que me sentara. El viaje era largo, me caía de sueño, hacía mucho calor, la infinidad de aromas resultaban sofocantes. No podía más, mis párpados eran de plomo y las piernas de trapo. Frente a mí apareció Thalía para exigirme que le diera un beso. De pronto me sentí caer, afiancé el tubo con fuerza, el cuerpo se me enfrió, las piernas se me doblaron y con precisión quirúrgica mi rodilla derecha chocó con la rodilla izquierda de la señora sentada frente a mí. La tibia se me enfrió; fácil me reventé un nervio o algo así, yo supuse. La señora, quien dormía, abrió sus ojos: hinchados, rojos, asesinos; echaba humo por las orejas y espuma por la boca. La verruga de su nariz palpitaba, como si tuviera vida propia. Le iba a pedir una disculpa, pero cual Bruce Lee lanzó un latigueo con sus dedos en mi testículo izquierdo, lo cual reprimió el sonido de mis palabras, solo balbuceé un “no ma”. “¡Viejo baboso!” Me gritó. El dolor fue inmensamente superior al de la rodilla. El convoy se detuvo en Chabacano. Como pude salí, no sé si floté o caminé. Maldije a la señito, maldije al FB, por su culpa me desvelé, maldije mi maldición. Me senté al lado de un discapacitado visual que vendía alegrías y cacahuates. Me saludó. “¡Buenos días, señor!” le contesté. Y el dolor siguió.

Aves de la ciudad, por Israel González

Aves de la ciudad, 
por Israel González

Como es natural, las aves viven cómodamente en el aire. Los cables de la electricidad o del teléfono, las cornisas, los techos, las antenas o los árboles son sus refugios habituales.

La altura, la luz, el aire es su casa.
En las mañanas chocan discretamente con los cristales de las ventanas.
Las escuchas aletear, respirar, caminar, murmurar, cantar.
Tórtolas, palomas, zanates, cuclillos y, ocasionalmente, colibríes se han avecindado sin mayores inconvenientes en la gran ciudad.
Mientras caminas en medio de la avenida las palomas celebran la llegada del día.
Ves cómo picotean la hierba de la luz.
Oyes su incomprensible idioma de murmullos.
Aún no se han bañando pues tienen todas las alas cubiertas de polvo.

lunes, 10 de febrero de 2014

Mirada y beso, por Saúl Kastro

Mirada y beso
por Saúl Kastro  
Leía a Poniatowska, concluí un capítulo y alcé mi vista para descansarla un poco. Frente a mí una pareja. Su mirada de ella me resultó incómoda, lo fue porque me gustó. Ella lo abrazó, recargó su mejilla en el hombro de él, me observó, humedeció sus labios y peinó con sus dedos su cabello teñido de color caoba para descubrir su faz morena, el largo de sus pestañas arrimeladas y el fino delineado sobre sus párpados. Esquivé su mirada ante la sospecha de ser observado. Sobre ella, un mensaje pintado con marcador negro, en una etiqueta adherida al vidrio, era un llamado a guerra civil, detrás del mensaje la oscuridad del túnel. Bajé la mirada con la esperanza de encontrarme de nuevo, su mirada incómoda y a la vez agradable. Pero su novio, o lo que fuese, la besó, la abrazó, la estrujó. Regreso a Poniatowska, mi vista ha descansado.

Xochimilco, mi dolor, por Jaime Velasco Luján

Xochimilco, mi dolor, 
por Jaime Velasco Luján




El domingo, como en días pasados, Xochimilco fue noticia de primera plana (y no precisamente por los juegos de Sochi): "Se ahoga joven en canal. Izaí Cruz Aurelio, de 19 años, perdió la vida al caer en un canal. El viernes 5 por la tarde el estudiante de la Vocacional 5 del IPN llegó a los embarcaderos en compañía de 6 jóvenes, quienes tenían planeado festejar los buenos resultados que tuvieron en los exámenes." (La jornada)... El viernes anterior fui al centro de la Delegación y vi un letrero que decía: "Un paso a la cultura", me adentré en la carpa y vi a 3 tipos tocando Agujetas de color de rosa (1965), había mesas donde "el pueblo" iluminaba o hacía artesanías. ¿Eso es la cultura? Parece que sí, porque ni el arte ni la ciencia lo son... Sobre la nueva calle central peatonal (encadenada, válgame dios) había una mesa de afiliación de Morena, de inmediato me afilié... A mi casa pasaron, días antes, a hacer una encuesta acerca de lo que opino del gobierno perredista local, dije que votaré por Morena o por cualquier otra opción de oposición que pueda ganar... En el pasado Certamen "Benito Juárez", de Oratoria, Poesía coral y Declamación en las escuelas primarias, colaboré con la escuela Londonderry, la participación fue limpia y correcta, la supervisora, Profesora Nora, nos felicitó en público, aunque no ganamos ningún primer lugar... Todos los sábados del año, a las 13 horas, leeré para Toda la familia en la biblioteca del centro de Xochimilco, sección infantil, por si alguien quiere conversar conmigo al término de la lectura (como mi amiga Bertha de IBBY, a quien no he visto)... Este viernes reanudamos el curso en la Casa de las Humanidades de la UNAM, sita en Coyoacán, leímos un texto que habla del Quijote, en él se afirma que es una obra abierta, donde al autor puso el alma...  CODA: un sencillo homenaje a JEP será la representación, próximamente, de su versión de "Alicia en el país de las maravillas", en la escuela "Rafael C. Haro", espero que le guste a JEP, donde esté... 

sábado, 8 de febrero de 2014

LA FELICIDAD, por Jaime Velasco Luján


LA FELICIDAD, por Jaime Velasco Luján


Lo que si se debe hacer y lo que no se debe hacer era un programa de Chabelo hace como 50 años, en Canal 5, pero de eso no voy a hablar sino del libro Supercerebro, que en la página 204 dice: 
"EL CAMINO A LA FELICIDAD DURADERA. ¿Qué hacer? 1.-Trabaje en algo que le guste. 2.- Dé parte de sí. Cuide a otros e interésese en ellos. 3.-Propóngase metas que le tome años alcanzar. 4.-Mantenga la mente abierta. 5.-Dirija su vida emocional (no que ella lo dirija a Ud.) 6.-Aprenda del pasado y viva el presente. 7.-Planée el futuro sin ansiedad, miedo o temor. 8.-Desarrolle vínculos sociales cercanos y cálidos.
Comentario: Sobresale la importancia de lo afectivo y de lo emocional, aspectos que postergamos por, tal vez, buscar lo económico. Creo que las personas que siguen esta normas son bienvenidas en cualquier lugar. Se dice que debemos mirar hacia dentro de nosotros no hacia afuera (hacia los demás).
Qué no hacer. 1.-Condicionar la felicidad a la obtención de recompensas externas (El Senador que se emborrachó con su esposa en el Senado). 2.-Posponer ser feliz para después (pudiendo ser feliz ahora, no hasta que tenga un buen sueldo, una casa con piscina, etc) 3.-Esperar a que alguien lo haga feliz (mi novia, mi esposa, mi jefe, mi mamá...) 4.-Equiparar la felicidad con el placer momentáneo (según los valores de la tele, la felicidad son el dinero, el sexo y la envidia, es decir, el deseo; la felicidad es un sentimiento íntimo que nos permite estar equilibrados, aún cuando seamos pobres, la historia está llena de hombres como Juárez, Marx, etc). 5.-Buscar recibir estímulos cada vez más fuertes (Justin Bieber, drogadicto). 6.-Permitir que sus emociones se vuelvan hábitos y se estanquen (cada día las emociones son diferentes, basta con ver a un niño: nos emociona su asombro ante la vida). 7.-Cerrarse a nuevas experiencias (a diario se conocen personas, situaciones y fenómenos que dejamos pasar inadvertidos). 8.-Ignorar las señales de tensión y conflicto internos (hay que afrontarlas primero, resolverlas a continuación). 9.-Vivir en el pasado o con miedo al futuro (El pasado no regresará; el futuro es inmenso en sus posibilidades de disfrutarlo, de vivirlo; el día de mañana me entusiasma si no es así debo modificar mis actividades.)"
Ayer y hoy una buena noticia en los diarios, se formó el Primer Congreso Constituyente Ciudadano, encabezado por la Poni y Paco Ignacio Taibo II, llegaron más dos mil delegados de todo el país, abolieron la Reforma Energética e iniciarán acciones de resistencia civil el 18 de marzo, ciudadanos sin partido, trataré de integrarme, si hay tiempo...

miércoles, 5 de febrero de 2014

He visto, por Israel González

He visto, por Israel González
 
He visto desprenderse las hojas de los árboles
y transformarse en coloridas mariposas.
 
He visto debajo de ciertos puentes, a ciertas horas,
a algún sapo sobreviviente
convertirse en ave y echarse a volar.
 
He visto la delicada hierba de ciertos jardines delicados
inopinadamente transmutarse en luz.
 
He visto cómo a la vuelta de una esquina
está Chiapa de Corzo o el innumerable mar.
 
He visto cómo la lluvia torrencial azota el cuerpo de los árboles
mientras sobre mi cabeza se agitan las vigorosas aspas del sol.
 
He visto cómo la densa niebla cubre con su vaho
los infinitos cristales de la ciudad ayer esplendente.
 
He visto cómo la impenetrable noche transporta a la ciudad
al apacible, eterno lecho del mar.         
 
He visto, en fin, como todos los días salimos de nuestras tumbas
y, como Lázaro, nos echamos a andar.

lunes, 3 de febrero de 2014

JEP por JEP (FIN DE SERIE), por Jaime Velasco Luján

JEP por JEP (FIN DE SERIE), 

por Jaime Velasco Luján


La vida se me fue en abrir los ojos./ Morí antes de darme cuenta... Crece en el aire el polvo,/ llena los cielos./ Se hace de tierra y de perpetua caída./ Es lo único eterno./ Sólo el polvo es indestructible... Si vuelvo alguna vez por el camino andado/ no quiero hallar ni ruinas ni nostalgia./ Lo mejor es creer que pasó todo/ como debía./ Y al final me queda/ una sola certeza:/ haber vivido... Sólo es eterno el fuego que nos mira vivir./ Sólo perdura la ceniza./ Funda y fecunda la transformación,/ el incesante cambio que manda en todo./ Sólo el cambio no cambia y su permanencia/ es nuestra finitud... Entre tanta destrucción queda una parte edificante./ En el zafarrancho general de la vida, en la guerra/ perpetua y la separación interminable, sobreviven,/ y nada puede ya borrarlos, el segundo de amor, el/ minuto de acuerdo, el instante de amistad. Basta/ para vivir agradecidos con esos nombres que no/ volveremos nunca a pronunciar... Dios que estás en el No/ bendice esta Nada/ de la que vengo y a la que regreso... El tiempo no es eterno./ Acabará también como el sol./ Lástima de verdad no estar aquí/ para ver rencorosos la caída/ del intangible inmenso que nos hizo/ y con la misma naturalidad nos deshace... 
(La Jornada semanal, 2 de febrero)


Comentario: los textos reproducidos son poemas completos, JEP, como todo gran poeta enuncia las verdades últimas: la muerte, la eternidad, la vida, la separación, el cambio, la destrucción, el amor, el tiempo, el universo... La poesía es una forma de llegar a la verdad.

domingo, 2 de febrero de 2014

Los días en Chiapa, por Israel González


Los días en Chiapa
Israel González

Nunca abandona el calor a Chiapa. Ni en diciembre.
Desde que amanece, el sol abre sus fauces y lanza sobre el pueblo millares de cocodrilos de luz.
A las dos de la tarde Chiapa de Corzo es un comal al rojo vivo.
Andar descalzo bajo el sol quemante, sobre el suelo ardiendo, sería un suicidio.
De vez en cuando sopla un vientecillo acariciador llegado desde quién sabe dónde.
Conforme avanza el día el sol amaina.
En las aceras de algunas casas, los ancianos sacan sus sillas para refrescarse porque en sus lechos el calor continúa agazapado.
La tarde empieza a refrescar los caminos.