Zozohua, por Graciela Salazar Reyna
El asesino de Connecticut
Perturbador lo de la escuela Sandy
Hook de Newtown, Connecticut; 20 niños de seis y siete años, muertos por un
chico de 20 ¿uno por cada año de su edad? Qué más veremos los habitantes de
este planeta, ¿soportaremos la ofensiva psicológica que parece expandirse? Ese
país del norte “potencia económica”, ¿guerrea contra sí mismo, en tanto mete
mano, en la vida de los demás? Se engarzan vida y muerte, violencia y
desequilibrio, como parte inevitable de la realidad y la ficción.
Alguien ha descrito a Adam Lanza,
asesino de esas 27 personas, como un autista parcial; y viene a la memoria en el
historial de EUA, el “MK Ultra”, investigación secreta de inteligencia, en los 50s
y 60s; el fin era encontrar métodos, para controlar mentalmente a las personas.
Habrá quien como yo se pregunte, si acabó.
Escalofriante tan solo pensar los
hechos. La madre, por delante; luego, la masacre con armas semiautomáticas. Si
es ficción que involucra, a Nancy Champion Lanza, en un programa psicológico de
la CIA y de armas
avanzadas, no deja de ser macabro; proyectos simulando batallas de guerra, qué
más da si bajo el agua o sobre la tierra. O ¿se trata de una acción de
autofagia natural, donde un país se alimenta de sus propios tejidos? Un tema,
para Edgar Allan Poe, sin duda. Traemos, a propósito del engarce, a Brecht[1].
Hay muchas maneras de matar. /Pueden
meterte un cuchillo en el vientre. /Quitarte el pan. /No curarte de una
enfermedad. /Meterte en una mala vivienda. /Empujarte hasta el suicidio.
/Torturarte hasta la muerte por medio del trabajo. /Llevarte a la guerra, etc.
/Solo pocas de estas cosas están prohibidas en nuestro Estado.
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