“Marilyn en su cama” de Beatriz Espejo o un mundo enajenado
Por Arturo Texcahua
Una de las figuras más emblemáticas de la cultura cinematográfica
del Siglo XX es la actriz norteamericana Marilyn Monroe (Norman Jean Baker, en
realidad), rubia glamorosa (en verdad una trigueña provinciana) de curvas deslumbrantes;
mujer simpática e ingenua, objeto sexual, sex
symbol, mujer leyenda, fetiche popular. ¿Quién no conoce la escena del vestido
blanco que es levantado por el viento de un respiradero del subway (o su recreación insistente,
protagonizada por alguna de sus muchas réplicas)? Marilyn ha trascendido su
muerte y mantiene viva cierta popularidad mediática construida en la frivolidad
carnal que sostiene afirmaciones de un imperio machista cada vez más débil como
verdades absolutas: “Gentlemen prefer blondes”.
Beatriz Espejo, autora mexicana
contemporánea, escribió el cuento “Marilyn en la cama”, incluido en el libro
del mismo nombre. El texto imagina una entrevista que una pequeña periodista
(cercana en apariencia a la propia Espejo) realiza buscando algunas exclusivas
de la Monroe, en la intimidad de su casa, fuera de cámaras y sin afeites,
desnuda de cuerpo y sin la protección del arreglo profesional, que acentúa lo
bello y oculta la fealdad con engaños, sorprendida con toda la crudeza que
quita de su pedestal en el star system
a cualquier gloria. Acertado relato que recrea una imagen que contrasta y
distorsiona a la Marilyn Monroe que siempre hemos visto.
El ejercicio por supuesto nos
perturba. La diva ya no es diva; ahora es frágil y vulnerable, sufre y por
tanto no es feliz ni disfruta su popularidad, la atormenta el vacío y la
conciencia de ser un simple juguete de los hombres.
¿Cuál es el propósito de Beatriz
Espejo al presentar a Marilyn de este modo? A esta primera pregunta se enlazan
otras: ¿Cuál es su perspectiva estética? ¿Cómo contrasta las imágenes de
Marilyn: la legendaria y la real? ¿Por qué utiliza dicotomías conceptuales para
subrayar plásticamente el deterioro sofocante del personaje?
Quizá la perspectiva estética de
Beatriz Espejo apunte hacia lo grotesco. La imagen de una Marilyn Monroe sin
adornos trastorna al lector desde la primera oración: “Acostada sobre el
colchón boca abajo, tapaba su cuerpo desnudo con una sábana blanca sucia”. Nada
más alejado del pose de una modelo sexy; al contrario, oculta el rostro como si
estuviera avergonzada, y el famoso cuerpo, que tantos deseos ha inspirado, es
cubierto con una sábana ciertamente blanca, pero sucia, lo que hace que la
mugre se haga más evidente.
El tema de lo grotesco ha sido
abordado por Wolfgang Kayser con meticulosa profundidad en su libro Lo grotesco: su configuración en pintura y
literatura. El estudioso alemán sostiene afirmaciones en torno a lo
grotesco que intentan explicar la constitución de esta categoría estética. Recuerda
algunas afirmaciones reiteradas sobre este adjetivo: Que tiene una naturaleza
ambigua, que es un arte inarmónico; que está más allá de lo degenerado, lo
tosco, lo burlesco; que produce espanto y perplejidad, que es una mezcla de
animal y humano, que es lo monstruoso, que produce risa y es rebeldía, que es
“contravención de todos los órdenes de lo humano y la participación en una
realidad distinta de la nuestra, una realidad que se hace patente en este tipo
de ornamentación y que al alcanzar la cualidad de vivencia, colma de inquietud
nuestro pensamiento y su capacidad de percepción de lo verdadero y lo
percibido”
Después de puntualizar que en realidad
lo grotesco solo puede ser experimentado en el acto de su recepción, aunque
esto no sea un criterio absoluto, advierte que este concepto es el mundo en
estado de enajenación. Por mundo enajenado, explica, se entiende aquel que en
un tiempo nos resultaba familiar y confiado y de repente nos desvela su
naturaleza extraña e inquietante. Lo repentino y la sorpresa son términos que
pertenecen a lo grotesco. No se corresponde con lo grotesco el miedo a la
muerte, agrega, sino el pánico ante la vida. La estructura de lo grotesco
pertenece la abolición de todas las categorías en que fundamos nuestra
orientación en el mundo.
Al hacer evidente esta enajenación, lo grotesco se convierte en una forma de entender nuestro derredor, de
observarlo y de explicarlo. Parece que en ese marco, Beatriz Espejo encierra
una crítica a las leyendas del star system, con el agrio sabor que dejan las
historias que sí nos mueven.
No hay comentarios:
Publicar un comentario