Los ausentes
Israel González
(“Los ausentes”, Nicolás Pereda, México, 2014)
Estoy solo y viejo.
No sé si tuve hijos o no,
pues nadie viene a verme.
Nací y crecí con el rumor del mar oaxaqueño
pegado a mi oreja.
Mis padres me llamaron Gabino.
Vivo, desde no sé qué tiempo remoto,
en esta casa hecha con tabique, madera y lámina,
alejado de todos y más cercano que nadie al mar.
De repente veo cómo los niños que éramos
corremos hacia la playa con nuestras tablas de surfear
y yo me lastimo una oreja y comienzo a sangrar.
El otro día había chivos y yo cerraba el corral
justo antes de que la noche nos vendara los ojos.
Nadie viene a verme.
Con nadie hablo.
Nadie hace el aseo de la casa, sino mis manos
que también lavan la ropa y preparan la comida
y acarician a la compañera pistola.
Mis pies descalzos conocen la sal del mar.
Mi cuerpo desnudo sabe transformarse en ola.
El sol y la vida arrugaron mi piel y empequeñecieron mi cuerpo
que un día de éstos perderá el único techo que tenía
y se irá a vivir sus últimos días quién sabe a dónde.
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