La compañía de los
libros
Israel González
No imagino un mundo
sin libros o con libros solamente electrónicos.
Basada en la novela
del mismo título, de Markus Zusak, “La ladrona de libros” (Brian Percival,
Estados Unidos, 2013), reivindica la importancia del libro y de la lectura.
Durante la segunda guerra mundial, en pleno auge del
nazismo tratando de imponer la preeminencia de la raza blanca, con las ya
conocidas y condenables locuras de la persecución y exterminio de millares de
judíos y de la incineración de libros,
Liesel, una niña de sólo nueve años, protagoniza –junto a sus padres adoptivos,
Hans y Rosa, y sus amigos Rudy y Max- la resistencia afectiva e inteligente en un medio en donde
la libertad y la vida son casi imposibles.
En tiempos de guerra el miedo inhibe los más altos
valores del ser humano. Para salvar la vida se calla, se obedece, se delata, se
traiciona todo lo bueno que fue en tiempos de paz.
Salvo excepciones, lo “normal” es dar la espalda al
vecino o al amigo en desgracia.
Prisioneros del nazismo que enarbola sus banderas en
todas las ventanas, que se mete sin permiso a las casas, que vigila sin dormir,
a todas horas, las calles, los susurros, la respiración de sus habitantes, una
noche los vecinos son convocados a participar en el triste e indignante espectáculo
de la quema de libros.
Azuzados por los líderes irracionales, vociferantes,
ciegos, todos son uno solo que canta, que grita consignas, que alimenta sin
rubor la pira de libros en el centro de la plaza.
Hasta la pequeña Liesel, que ama tanto los libros,
se ve obligada a contribuir.
Del porqué la niña protagonista es la “ladrona de
libros” y de cómo los libros nos salvan y acompañan en los peores momentos, hay
que ver la película.
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