Todas las vejaciones
Por Israel González
(“Doce años esclavo”, Steve McQueen, Estados Unidos, 2013)
No es ficción; ocurrió en Saratoga, Nueva York, en 1841; en el sur esclavista estadunidense.
En 1853, Solomon Northup publicó el libro “Doce años esclavo”, donde narra su horrible experiencia.
Como si fuera este México priista que padecemos, sus secuestradores y sus esclavizadores lograron eludir la justicia y continuaron su vida como si nada, tan campantes, como aquí políticos, empresarios y narcotraficantes, en pleno siglo XXI.
De esto último da cuenta el narrador al final de la película.
Mientras tanto, Solomon Northup es engañado por dos amigables hombres que lo contratan, como el buen violinista que es, a Washington.
Después de una borrachera inducida, Solomon despierta encadenado.
A partir de aquí, esposa, hijos (niño y niña) y vida confortable en Saratoga serán sólo un recuerdo lleno de dolor, coraje e impotencia.
De “amo” en “amo”, de vejación en vejación transcurrirán los días del ahora etiquetado como “un prófugo negro de Georgia”.
Niños, mujeres, hombres, negros, por supuesto; nadie se salva de la esclavitud que “es un mal que nadie merece”.
¿Cómo es posible tanta saña de un ser humano hacia otro?
“Mis sentimientos se definen por el valor del dinero”, dice el vendedor de Solomon y de la absolutamente indefensa y martirizada “Patsi”.
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