Una amena película mexicana
Israel González
Comienzas a dejar de dormir como cuando eras niño.
Lo de menos es poseer una casa, viajar por todo el mundo o vivir una insensata vida de innecesarios lujos.
Tus preocupaciones son otras: ¿Cuándo tendrás tiempo de leer todos los libros que compras? ¿Cuándo verás todas las películas que has ido acumulando? ¿Cuándo escribirás el libro de poesía que te has propuesto, la antología de poetas chiapanecos, la tesis de maestría?
Aunque tu trabajo es, ahora, sindical, una voz desde lo más profundo de ti te alerta que no es recomendable para tu salud -ni mental ni física- desayunar, comer, cenar y dormir, de lunes a domingo, sindicato.
Recuerdas al personaje de la novela Los días terrenales, de José Revueltas, que llevó su militancia el extremo delirante de no comer durante tres días pudiendo usar algo del dinero, aunque era del partido, que tenía bajo su resguardo.
¿Militar es acabar con uno mismo? ¿Militar es realizar sacrificios irracionales por innecesarios?
Por eso, a veces te escabulles de la realidad y te refugias en La casa del cine.
Y ves la cinta Tercera llamada (Francisco Franco, México, 2013), cuya trama -acerca de las peripecias para montar “Calígula”- entretiene y hace reír y olvidar por un momento el estrés que produce vivir en una gran ciudad –amada, sin embargo- como la de México.
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