jueves, 7 de noviembre de 2013

Sentimiento de culpa, Israel González

Sentimiento de culpa
Israel González
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¿Perciben los políticos “modernos” el hambre, la desesperación de la gente? ¿Tienen idea del coraje y del hartazgo que su sola presencia produce? ¿Suponen que podrán vivir encapsulados toda su inerte cínica vida palaciega, intocables, prepotentes hasta el fin de los tiempos?
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Aun cuando uno quisiera cerrar los ojos, basta con subirse al Metro o a un microbús o caminar por ciertas calles –más que en otras- a ciertas horas.
Cantar en los vagones del Metro o en un microbús; vender dulces, cigarros, chicles; mendigar; prostituirse; robar; en fin, vender el hambre y la pobreza por que no queda de otra, porque no hay ni se vislumbra que habrá alguna vez de otra.
¿Hay otra realidad? ¿Hay otro mundo que se expanda tan bien como no el de la justicia, como no el de la equidad, como el de la fraternidad no?
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Cómpreme unos dulces o regáleme una moneda. Una de dos pequeñas niñas famélicas pronuncia estas palabras. Imposible decir no. Imposible hacer oídos sordos. Imposible blindar el corazón. (Que uno por fortuna no es político “moderno” ni nada parecido).
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Con un ligero inevitable sentimiento de culpa uno asiste al cine; entra a un restorán; compra libros, revistas, el periódico; viaja a Chiapas; saborea un helado; se da el lujo de embriagarse no con “activo” ni con alcohol de vidrio; tiene un techo que nunca se inunda; es dueño de un trabajo más o menos bien remunerado (aunque cada vez menos); posee una mesa en que escribe, una televisión donde ha aprendido cosas y una breve computadora que lo une al mundo; tiene, además, invaluables amigos que lo invitan a publicar o a leer o lo cubren, cuando es necesario, de amorosas palabras.
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Quizá las piedras se conmuevan de ti. Quizá los árboles, las fieras o los insectos. Muérdelos, patéalos, hazlos pedacitos para llamar su atención. Puesto que el hombre se ha encerrado en su jaula a acumular riquezas y a destruir al prójimo y a sí mismo, quizá las piedras se apiaden un poco de ti.

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