Inmoralidad literaria Israel González
Cuando la inmoralidad se cuela en la literatura,
leemos críticas hechas a modo, favoreciendo a unos, ignorando o denigrando a
otros.
El crítico, que debería ser una persona muy bien
informada, conocedor de su oficio y con un alto sentido de la responsabilidad,
deviene, por azares del momento literario y hasta político, en un pobre
individuo que o elogia o denigra a conveniencia.
Él, cuyo objetivo debería ser la búsqueda de la
verdad, enturbia, crea resquemores, envenena la vida literaria y genera, como
en el caso de los políticos, una gran falta de credibilidad, crea desconfianza.
En entrevista de Armando G. Tejeda (La Jornada
de enmedio, 12 de mayo de 2013, p.2a.), Enrique Serna opina sobre este
peculiar fenómeno:
Uno de los problemas en ambos lados del Atlántico
es que la crítica literaria se ejerce un poco como rama de las relaciones
públicas y la mercadotecnia. Entonces la gente ya no cree en la crítica,
entonces se hace muy difícil que entre el océano de autores se pueda separar el
trigo de la paja. Se empieza a desconfiar de la crítica cuando uno se da
cuenta
de que desprecian en privado a los autores que
elogian en público. (Subrayado mío).
Como siempre, interesantes y rudas palabras de Israel.
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