Zozohua
Por
Graciela Salazar Reyna
Recién, estrenamos solsticio de verano
y llega con un plenilunio que adorna espectacularmente estas noches de junio;
disfrutamos la luna más grande del año, porque está muy cerca de la Tierra en su órbita lunar,
según reporta la NASA. Se
multiplican, a propósito, por el mundo las tomas de la luna, para contemplarla
si no física sí virtualmente; como esa en Cabo Sounion, Grecia (http://www.tiempo.com/ram/34818/la-super-luna-del-perigeo/),
un verdadero regalo al espíritu, desde el antiguo templo de Poseidón.
A través de ella, enseñoreada en el
azul he recordado a Prometeo y su rebeldía, por fortuna para los humanos;
traducida en imaginación, en torno al titán, esclavizado por su terquedad de
salirse con la suya en favor de los humanos. Sigue cautivándonos el misterio de
la luz en la oscuridad, por eso abordamos la luna de tantas maneras; y, si no
quemara el sol, habríamos instalado base solar en su seno, desde hace mucho
tiempo. Somos, como Prometeo, una suerte de cautivos por ases de luz.
Dejamos para engarzar, como pretexto, un
poema de Pessoa (1888-1935); quien habría cumplido, el 13 de este mes, 125 años
de vida en la tierra. Como nosotros disfrutaría de muchas enormes lunas, cuya
contemplación nos hace más pequeños y soñadores a un tiempo.
“Que me olviden los dioses sólo
quiero. /Seré libre, sin dicha ni desdicha, /como el viento que es vida /del
aire, que no es nada. /El odio y el amor nos buscan; ambos, /cada uno a su
manera, nos oprimen. /A quien nada conceden /los dioses, ése es libre.” §
§ Fernando Pessoa. 42 poemas.
Ricardo Reis (Traducción de Ángel Crespo), Grijalbo Mondadori, Madrid, 1998
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