Polvo somos...
Israel González
Otra vez la violencia, la connivencia entre
policías y delincuentes, la realidad atroz de la que quisiéramos huir, que
quisiéramos ya no ver. Pero que sigue allí, terca, terca, diseminándose, atormentándonos...
Lento, espeso, exasperante transcurre el tiempo en
las primeras escenas de “Despertar el polvo” (Hari sama, México, 2013).
No podía ser de otro modo porque a quien vemos en
la pantalla es a un hombre cuyo último recurso de sobrevivencia es la calle.
Se trata de el “Chano”, un ex delincuente, vecino
de Iztapalapa, que quién sabe por qué está concluyendo así sus días.
Flaco, harapiento, con una inmensa cabellera
pastosa donde no entra la luz, el “Chano” consigue algunas monedas de la venta
de cartón que con parsimonia recoge tan pronto el sol sale, entre autos,
puestos y comercios.
Si así es la vida, en las calles de Iztapalapa
reina la calma, la rutina que se transforma en tedio de tanto repetirse a sí
misma desde las primeras hasta las últimas horas del día.
Pero el “Chano”, como cualquier otro, tiene un
pasado y un presente: una historia. Y un incidente habrá de revivir al
delincuente violento que es en una Iztapalapa que, para su sorpresa, no ha
cambiado sus “reglas” pero sí a ciertos personajes que aplican las
“reglas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario