Esto es Rhythm&Books La letra con ritmo entra
Esta es la historia
de una editorial que publica libros de autores que, antes que escritores, son
músicos. Una editorial fundada por una esforzada mujer que de niña conoció el
sonido de las rotativas y el olor de la tinta al impregnarse en el papel…Elena
Santibañez nos comparte su experiencia..Disfruten…
Esta historia pudo haber empezado una tarde de finales de
octubre de 2007 cuando perdí un avión de Madrid a México. O unos días después,
cuando al regresar finalmente al D.F. tuve la sensación de haber llegado a una
vida que no era la mía: me había quedado sin chamba, las deudas brotaban a mi
paso como hongos y un problema familiar que antes de mi viaje parecía estar en
vías de resolverse a mi regreso estaba fuera de control. La suma de todo lo
anterior dio un resultado negativo, un saldo rojo que me hizo irme a hacer mis
cuentas a otra parte, no sin antes subastar —literalmente— todas mis
pertenencias (incluso la biblioteca que heredé de mi padre, mi colección de
ceniceros de hoteles de paso y el costurero que con tanto cariño me regaló una
de mis suegras) para amortizar los mencionados hongos brotantes y el problema
familiar, que también tenía que ver con cuentas por pagar, derivado de —por
llamarlos de algún modo— los comportamientos autodestructivos que en aquel
entonces solía tener mi primogénito. Así, con mis Converse puestos y mis
escasas pertenencias —unos cambios de ropa; un pequeño Larousse Español-Inglés;
la laptop que me negué a subastar; mis imágenes de San judas Tadeo, el Sagrado
Corazón de Jesús y el Santo Niño de Atocha—, en una maleta roja que aún
conservo y ahora viaja siempre atiborrada de libros, llegué el 31 de diciembre
a Tijuana y crucé por primera vez la línea fronteriza para entrar a California,
específicamente a Chulavista. Con mi hermana Laura —quien me salvó de la
ignominia al ofrecerme trabajo como nana de su hija— pasé la noche de año nuevo
a la orilla del mar de La Jolla, hecho que consideré un augurio de lo bueno que
2008 me traería. Todo ese año fue de aprendizajes. Aprendí a usar toda la
tecnología disponible, la cual, en varios casos, sólo había visto en películas,
para moler café, lavar trastes, cocinar y en general a tener la casa en orden. Así, en una versión fronteriza del Karate Kid,
un soleado mediodía californiano brotó en mi cabeza la idea de publicar en
libros lo que escribían los músicos cobijado por el nombre de Rhythm &
Books. Y bueno, la idea no brotó nomás así como flor silvestre sino porque
cierta información danzaba en mi cabeza mientras mis manos limpiaban el jardín
de los Watkins. El tiempo que viví en Chulavista mantuve contacto por correo
electrónico con dos de mis amigos músicos. Así, un día recibí el cuento que le
escribió Carlos Avilez a su hija Luz
Irene, quien entonces tenía siete años. Un texto breve y bien escrito, que
narraba una historia muy sencilla con diversos matices que se iban revelando
ante la mirada del lector. Después, con poco tiempo de diferencia, recibí los
primeros bocetos de las crónicas que Rafael
González quería escribir para que sus hijas conocieran su vida. Estos
textos extensos y ricos en información me resultaron muy interesantes pues en
ellos Rafael narraba su vida vinculada al mundo de la música. Ambos trabajos
llegados a mis manos casi de manera simultánea fueron el detonante para que
aquel mediodía soleado al que ya me referí, surgiera el concepto y el nombre de
lo que hoy es R&B. Si recordara la fecha, tal vez ésa sería la que marcaría
el inicio de esta historia. Unos meses más tarde regresé al D.F. con los mismos
Converse y la misma maleta roja, pero con una idea nueva y una propuesta para
hacerles a Carlos Avilez y a Rafael González. Aquí vale mencionar que antes de
la debacle que me llevó a las experiencias arriba detalladas yo ya me dedicaba
al bonito y siempre entretenido abarrote editorial, vaina de la que quise
distanciarme cuando salí por cuerdas de la que fue mi vida hasta el aciago día
en que perdí el avión en Madrid. Aunque realmente quise distanciarme de la
hojalatería, pintura y ensamblado de textos, es sabido que “la cabra tira al
monte” y al leer los escritos de mis amigos supe que tenía la oportunidad de
realizar ideas que como editora hacía tiempo tenía en la mira y vincularlas con
el trabajo escrito, más allá de la composición de canciones, realizado por
músicos profesionales. A mi vuelta en la Ciudad de México le propuse a ambos
músicos que esos trabajos que me mostraron fueran publicados como libro. Al
principio Carlos Avilez no estaba convencido pues el cuento lo escribió sin
mayor pretensión para su hija, pero gracias a la excelente interpretación
gráfica que la artista plástica Guadalupe Rosas hizo de los personajes, Carlos
se convenció de publicarlo al ver los primeros bocetos, y la propia Luz Irene
—una gran lectora y consumidora de arte visual desde entonces— también dio su
aprobación.
Por su parte, Rafael González —quien a partir de
ahora será mencionado como el Sr. González— aceptó gustoso que sus crónicas se
publicaran como libro. Curiosamente ni el trabajo de Avilez ni el de González
inauguraron la editorial, pero ahí comenzó a girar la rueda, ese carrete de
hilo al que empecé a jalarle, como tiempo después se refirió metafóricamente Pascual Reyes al hallazgo que yo había
hecho con R&B.
Porque fue él quien inauguró este proyecto que nació en un jardín de San
Diego, California. Aunque haciendo un poco de memoria, tal vez realmente empezó
la tarde en que Carlos Avilez me presentó a Jaime López y a la luz de unas cervezas acompañadas de su inevitable
tequila tuvimos una primera plática en la que, por supuesto, hablamos de música
y escritura, sin imaginar que un par de años después Jaime pondría un
importante cimiento en la edificación de R&B
al prologar el primer libro, escrito por Pascual Reyes.
Aunque también es posible que la historia comenzara, precisamente, la
noche de grata “combebencia”en una cantina del D.F., cuando en compañía de
López y Avilez conocí a Pascual y le pregunté acerca de un libro de su autoría
que habría de inaugurar en México la editorial Chorrito Azteca, filial de
Chorrito de Plata en España, propiedad de Enrique
Bunbury, libro que —esa noche me enteré— nunca se publicó. Ahí mismo le
conté de mi idea de crear R&B y le pregunté si le interesaría publicar su
libro conmigo. Pascual sonrió y dijo que no, que la mera verdad él no era
escritor sino cancionero. Sin embargo insistí hasta que mi acoso prosperó, y
poco tiempo después tuve conmigo el original de aquel libro inédito, del cual
seleccioné textos que le propuse a Pascual publicar bajo el nombre de Corazón
minado. Declaratoria, con ilustraciones del artista plástico Antonio Ledesma Nostragamus.
Este libro, que no es un poemario ni un cancionero aunque sus textos oscilan
entre estas dos vertientes, es principalmente una declaración, una toma de
postura ante la soledad, el amor, la tristeza y todos esos temas a Pascual
tanto le gustan, de ahí el subtítulo Declaratoria. En este caso, la
parte gráfica también fue determinante para convencer al autor de que
hiciéramos el libro. Todas las imágenes fueron tomadas de los cuadernos deNostragamus y
por ello éste se publicó antes que el de Avilez y el de González, pues al
contar con los dibujos y no tener que realizarlos se redujo el tiempo de
producción. Éste, el primer libro de R&B, fue presentado en junio de 2009 y
ese día comenzó oficialmente esta historia. O tal vez empezó meses antes,
cuando regresé de California y al final de 2008 conocí a Jorge Montanaro —periodista, editor y fotógrafo—, quien fue el
primero en saber de este proyecto, me alentó de todas las maneras posibles para
que lo realizara y posteriormente hizo los retratos del autor y el prologuista
para el primer libro que se publicó. O quizá el verdadero comienzo fue cuando le conté a César
Caballero, buen amigo y talentoso diseñador gráfico, la idea que traía entre
manos, y él no sólo se entusiasmó sino que de inmediato se puso a trabajar en
las propuestas de logotipo basado en el nombre que yo tenía: Rhythm &
Books, y en el formato inspirado en un recuerdo ochentero que César,
básicamente por su edad, no compartía pero entendió perfectamente: “Quiero algo
austero y elegante, largo, como los primeros libros que llegaron a México de
Editorial Siruela”. El conejillo de indias fue Corazón minado, que no sólo sirvió para probar
formato, logotipo y otros aspectos que definimos desde ese momento para darle
identidad a una colección, sino también fue al que le tocó la novatada de la
impresión. Nunca olvidaré mi estupor al ver los libros recién llegados de la
imprenta, el trabajo era tan deplorable que era difícil creer que aquello era
una impresión y no una fotocopia hecha con el toner a punto de acabarse. El
impresor, de cuyo nombre no quiero acordarme, evadió hasta el último momento su
responsabilidad e insistió en que la impresión era mala porque mi original
estaba defectuoso. Nunca, ni cuando descubrí la infidelidad de mi primer
marido, escuché una explicación tan pendeja.
La fecha de la presentación ya estaba anunciada y lo que
teníamos en lugar de libros era un montón de papel echado a perder. Por fortuna
César conocía a don Antonio Laguna,
quien con su aplomo de impresor de verdad nos sacó del atolladero. La imprenta
de este experimentado conocedor de las artes gráficas es hasta la fecha nuestro
taller de cabecera, cuyo impecable trabajo ha contribuido en gran medida a
lograr la calidad editorial a la que aspiramos desde el principio en R&B.
Hasta el día de hoy, en los amplios sótanos de la mansión
Santibáñez —léase debajo de la cama y los sillones— hay varias cajas de los
primeros “corazones minados”, que son más bien “corazones tullidos” a los que
con cariño les decimos “los jorobaditos”, y son el centro de fantasías como que
un día cada ejemplar valdrá miles de dólares y estarán en un catálogo de Sotheby’s,
o que todos arderán en una gran pira en pleno Eje Central, en la escena cumbre
de una película futurista. Ya con su libro publicado, Pascual me contactó con José María Arreola, a quien no conocí
en una cantina sino en una cafetería, lugar donde me entregó una copia de su
novela Aire en espera, la cual decidí publicar en cuanto la
terminé de leer pues me pareció un acto criminal que siguiera guardada. Esta
narración —que habla de un inquilino y sus paranoias, incluida la patológica
relación con sus vecinos y con el propio edificio donde vive— posee una
escritura impecable y es un ejemplo claro, bello y contundente de cómo “la
letra con ritmo entra”. (Aquí abro un paréntesis para aclarar, antes de que
haya un mal entendido, que si bien conocí a Chema tomándonos un café, el
proceso de revisión de su libro tuvo como sede desde cantinas cutres hasta
bares de moda en la Ciudad de México, donde a la luz de bebidas refrescantes cazábamos
erratas.) Aire en espera fue publicada de manera simultánea con Una
historia como cualquier otra, el cuento de hadas de Carlos Avilez, en
noviembre de 2009, y ambos trabajos fueron prologados por otros músicos: Fernando Rivera Calderón y Armando Chong, respectivamente, quienes
fueron invitados a ser autores de la casa. Fernando Rivera hizo la
propuesta de escribir un ensayo que, conociendo su gran sentido del humor,
prometía ser muy divertido y cuyo nombre sería El laberinto de la
sobriedad. Al día de hoy lo único que puedo decir es que si el original
existe, para mí es como el Yeti: he escuchado mucho sobre él pero nunca lo he
visto. Por su parte, Armando Chong, quien además es poeta y loco, está cerca de
concluir un libro de haikús que ilustrará el también músico y artista plástico José Fors.
Un año después, en noviembre de 2010, se unió a esta familia
literario-musical una banda completa:
Botellita de Jerez con La ventana y el umbral, un poema de
largo aliento escrito por Armando
Vega-Gil, quien con una veintena de libros publicados y tres premios
nacionales de literatura ya había salido del clóset de los escribidores. En
este libro abandona sus temas habituales, escatológicos y terroríficos para
contarnos cual si fuera un delirium tremens una historia
dolorosa y llena de recovecos emotivos, y mostrarnos en forma por demás
estética que la vida es esa ventana por la que nos arrojamos todos los días
para recorrer los umbrales de la desesperación. El libro está ilustrado por Sergio Arau. El prólogo es una rola
compuesta por Francisko Barrios, el Mastuerzo, cuya letra
aparece impresa en una de las páginas del libro y en cuya solapa posterior se
encarta un CD donde Los jijos del máiz
la interpretan.
Creció la familia y se diversificaron los géneros: poesía, cuento y
novela fueron el precedente para el arribo, también a finales de 2010, de una
serie de monólogos escritos por Jaime
López en El diario de un López, donde rinde un inteligente
y divertido homenaje a Carlos Ancira
al parafrasear su famosa representación de El diario de un loco y
darle un carácter teatral a los textos que componen este libro que, en
afortunada correspondencia, es prologado por Pascual Reyes. El ilustrador Jorge Flores Manjarrez fue el encargado
de darle rostro a “Mi querido Darío”, personaje protagónico de estos textos en
los que reflexiona sobre los avatares de la existencia.
Pasó un año más y en diciembre de 2011 R&B publicó Estambul.
Cuadernos nocturnos,de José Manuel
Aguilera quien, a diferencia de todos los autores anteriores, no me entregó
el original de un libro sino su materia prima, es decir, una serie de
reflexiones, sueños, comentarios y notas en un archivo de word, que sería el
equivalente a un montón de papelitos, servilletas y hojas con algo escrito
sobre sus temas recurrentes.
Leer los textos, clasificarlos, darles un orden temático,
precisar términos, etcétera, fue un trabajo que sinceramente disfruté porque de
eso se trata la edición de libros, de conocerlos a fondo, de descifrarlos para
darles la fachada que les corresponde y así dotarlos de identidad y de
personalidad. Después de hacer este ejercicio me pareció que Estambul era un buen nombre, y de ahí
partimos en R&B para desarrollar el concepto gráfico. Con el trabajo de
César Caballero en el diseño y de Claudia Sánchez en las ilustraciones se logró
un resultado que, mientras a nosotros nos hacía aplaudir como focas, al único
que parecía no acabar de complacer era al autor mismo (¿será que es inexpresivo
o que otras cosas despiertan sus afectos). El trabajo se presentó en la Feria
Internacional del Libro de Guadalajara y el Centro Cultural de España en el
D.F., como es costumbre presentar las publicaciones de R&B, ocasiones ambas
en las que quedó manifiesto que Aguilera tenía razón cuando, al revisar las
propuestas para la portada precisó: “Hay que destacar más mi nombre porque eso
es lo que vende”. Y vaya que vendió, pero ya puestos en esa lógica, el “nombre
que más vende” dentro de R&B es sin duda, Corazón
minado, de Pascual Reyes, que
tras su lanzamiento agotó mil copias en menos de un mes y, podría decirse, es
nuestro best seller hasta la fecha. Actualmente está por
terminarse el segundo tiraje de dos mil ejemplares, y ya planeamos la siguiente
edición.
Continuando con la historia, de manera paralela a la confección
de Estambul se publicó Mi vida pop, del Sr. González, el cual inauguró la
colección “Con música de fondo”. Como mencioné al principio, este libro en su
versión primera fue uno de los detonantes del proyecto editorial que en junio
de este 2012 acaba de cumplir tres años de vida, pero fue publicado hasta hace
unos meses debido a que durante el proceso de escritura del original el Sr.
González enfrentó y venció un cáncer linfático y poco después una neumonía
severa. Estos padecimientos pusieron en peligro su vida y lo sometieron a una
larga recuperación, que retrasó su culminación. Una vez terminado, la
complejidad de su estructura implicó también un tiempo largo de edición y
diseño, que dio como resultado ubicarlo en una colección distinta. Sin temor a
exagerar, editar el original del Sr. González ha sido el más grande reto
editorial que he enfrentado en mi larga carrera, ya que contenía varios textos
y subtextos que, con la siempre valiosa colaboración de César Caballero,
logramos jerarquizar y dotar de un espacio vivo dentro de cada página.
Mi vida pop se
compone de crónicas autobiográficas que van ligadas a la historia de la música,
vista desde los ojos del Sr. González, quien además comparte experiencias
gastronómicas, turísticas, políticas, familiares, etcétera, vividas en México y
otros países. Un libro delicioso, si hubiera que ponerle un adjetivo.
Actualmente R&B trabaja en nuevos proyectos para publicar el
año próximo, y antes de que concluya 2012 se publicará bajo nuestro sello el
álbum debut de AVILEZ&EXTRAÑOS, proyecto de Carlos Avilez, bajista de Cuca, donde nos propone un sonido nuevo
que fusiona el rocanrol con el blues y que él mismo describe así: “No el blues
de Mississippi o Chicago, más bien el de los barrios bajos de las grandes
ciudades de México, el que cantan los trasnochadores en boleros y, coqueteando
con el tango, bailan en las esquinas bajo las farolas de la noche”. Blues
Mexican style de alta factura.
Esta historia pronto podrán verla narrada en imágenes en el
documental que el cineasta Ray Cebada
está realizando, con base en la grabación sistemática e ininterrumpida de los
eventos literarios y musicales que hemos realizado durante tres años. Hasta
aquí llega por ahora la historia de un proyecto editorial que casi podría
asegurar empezó una tarde de hace muchos años, en que una niña llevada de la
mano de su padre por primera vez pudo ver de frente una rotativa trabajando.
Nunca olvidó el sonido de la máquina imprimiendo ni el olor del papel copulando
con la tinta. Y si realmente infancia es destino, es por eso que la niña que
conoció imprentas y cantinas al tiempo que escuchaba a José Alfredo Jiménez
mientras hacía la tarea y leía los libros que le compraba el hombre que le
reveló todo lo anterior, un día decidió reunir papel, música y tinta para crear
un concepto editorial que Jaime López resumió en una sola frase: La
letra con ritmo entra.
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