Una iglesia caminante
Israel González
Un predicador católico, hace un tiempo, se
preguntaba, en la Plaza Pino Suárez (o San Lucas), por qué la religión no ha
conseguido cambiar el corazón de los hombres. Se quejaba, asimismo, que hace 40
años un joven no decía “malas palabras” si estaba presente una señora. Ahora
todo está de cabeza, decía. Ya no hay respeto.
El 30 de septiembre del 2012 se exhibió el
documental “El albergue”, de Alejandra Islas, quien estuvo presente al
finalizar la exhibición en el cine Lido.
Alejandra explicó que en realidad estaba en Oaxaca
por otros motivos; pero que “un amigo mushe” le sugirió por qué no hacía algo
sobre el albergue del padre Alejandro Solalinde.
Comentó que Solalinde es una gran persona, que no
sabe cómo le hace para andar siempre pulcro en un lugar tan lleno de polvo como
es Ixtepec. Apenas y pudo filmar. Para la posproducción tuvo que conseguir
otros apoyos.
En el documental hay momentos dolorosos; pero
también humor, cierta dosis de humor que aun en la tragedia nos permite
continuar, sobrevivir, seguir adelante.
Solalinde habla, en la cinta, de su labor en el
albergue Hermanos del Camino. Manifiesta que él sigue la iglesia de Jesucristo,
que fue un migrante. Expresa que no comparte lo que él llama la “iglesia
cómoda”. Sugiere que la iglesia debería ser una “iglesia caminante”. No cree en
los políticos. Piensa que los seres humanos, suscribiendo la idea de otro
sacerdote, como organismos vivientes que somos, podemos dar sorpresas; es
decir, el hombre bueno puede cometer actos malos y el malo realizar actos
buenos.
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