Narraciones de Marisol
Gutiérrez
Israel González
Marisol Gutiérrez (Ciudad de
México, 1954) es autora de Hombres vemos,
vicios y locos no sabemos (2014)
y Trazas, trozos, retozos y retrasos
(2016), publicados por Eterno Femenino Ediciones.
El tema recurrente de los
relatos (y crónicas como “Atenas 77”, “El fistol”, “Una función muy movida” y
“Demasiados nombres”, de Trazas…) es
la mujer. Pero la mujer de Marisol Gutiérrez es una mujer militante de
izquierda que lee, que pinta, que piensa, que escribe, que fue a la universidad
y cursó dos licenciaturas, una maestría y un doctorado. Y a la que no le va muy
bien porque en el México corrupto que habita ella no se corrompe ni simula:
“Vivía en el único país del
continente donde a menores estudios más alto el puesto, Norma tenía un
doctorado, una maestría y tres carreras y muchos años en desempleo abierto.
Tenía deudas de todos los montos y con todas las instituciones de crédito y con
financieras agiotistas que extorsionan a los pobres ciudadanos del país más
deshonesto del mundo.” (p. 32, “90-30-60”,Trazas…).
De la niñez a la adolescencia,
de la adolescencia a la juventud y de la juventud y a la edad adulta, el
personaje femenino –que es uno; pero varios- narra con destreza historias de
inequidad en la relación de pareja, de relaciones sexuales insatisfechas o
plenas y, también -entre otras- situaciones de abuso:
“Ya camino a casa, dentro de
la destartalada combi de la Normal a Azcapotzalco, Sol se dedicó a la
especulación intelectual y emocional y confrontó el dramatismo semiológico de
los cambios de significado en el lenguaje con ¡Ese puño sí se ve! en solidaridad
y ¡Ese puño sí se ve! aplicado sobre una piel agredida y adolorida de mujer.”
(p. 130, “Ese puño sí se ve”, Hombres vemos…).
La narradora conoce y describe
de modo inmejorable los espacios en los que se mueven sus personajes,
reflexiona, juzga:
“Las mujeres en México no
suelen pensar en el miembro masculino, salvo que se dediquen a la vida galante,
porque la educación cristiana siempre tan conservadora que predomina en el país
y que se inculca principalmente a las niñas lo impide.” (p. 105, “El perfume”, Hombres vemos…).
Vale la pena leer a Marisol
Gutiérrez, aunque no está demás pedir que los editores cuiden más a sus autores,
porque en estos muy buenos libros de cuentos abundan las erratas.
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