Ejercitar el vuelo
Israel González
Entonces me di cuenta que todo había acabado.
Me sentí liberado de él y de mí.
Solo otra vez.
Con mi propia rutina.
Sin los sobresaltos de la espera.
Sin las prisas por llegar a las citas.
Era otra vez la extraña calma, las paredes vacías,
la cama con una sola almohada, las calles sin su presencia.
Quise llorar; pero estaba vacío, seco, sin lágrimas.
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