Correo Mayor
Israel González
En una esquina, una mujer de 26 años y su pequeño hijo de 6 suben, primero el niño y atrás ella con la mochila.
Mientras la mujer paga al chofer, el niño busca donde sentarse.
De lejos, parece que viniera llorando.
De cerca, uno percibe que, en realidad, el niño viene sudando, fatigado.
El niño se sienta y su madre lo alcanza.
El niño dice algo que no se alcanza a oír y la madre responde con el gesto contrariado.
En el piso del microbús, junto al asiento de un anciano, hay un encendedor que alguien olvidó.
La mamá del niño ve el encendedor y le dice a su hijo que lo recoja y se lo dé al anciano, a quien supone el dueño.
El niño se para en el microbús en movimiento y recoge el encendedor y lo ofrece al anciano, quien lo rechaza moviendo negativamente la cabeza.
El anciano acepta, finalmente, el encendedor y lo guarda en su pantalón.
El microbús gira hacia su derecha y sube por la calle Topacio. Después de 4 calles gira hacia su izquierda y avanza por la avenida San Pablo.
Desde las ventanas del microbús se ve multitud de puestos ambulantes, transeúntes que van o vienen, comercios y prostitutas jóvenes de pie.
El microbús se detiene ante el semáforo en rojo. Es la calle Correo Mayor.
La mujer toma de la mano a su hijo, se paran, toca el timbre, bajan por la puerta de atrás y se pierden entre la multitud que, a esas horas del día, desborda la calle de Correo Mayor.
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