Teatro en la pantalla
Israel González
Leer teatro resulta más placentero y provechoso
que verlo en una pantalla de cine.
No importa que la obra en cuestión sea de un
dramaturgo tan renombrado como William Shakespeare.
A más de cuatrocientos años, Mucho ruido y
pocas nueces se hace presente pero no en un teatro, como debiera ser, sino
en el cine.
La cinta Mucho ruido y pocas nueces (Joss
Whedon, Estados Unidos, 2012), “se filmó durante doce días, en blanco y negro,
entre amigos, con figuras veteranas y neófitas en la interpretación de los
textos del gran dramaturgo inglés.”
Quizá por eso no logra ni ser una película ni ser
una obra de teatro.
¡Imagínese usted a un grupo de hombres y mujeres
en pleno siglo XXI recitando parlamentos larguísimos del siglo XVII inglés!
No existe en realidad una adaptación de los
enredos shakespereanos a la época actual.
No hay, por lo que se ve, recreación del texto de
Shakespeare sino transcripción, actuaciones teatrales grabadas para exhibirse
en una pantalla.
De allí el aburrimiento que produce.
De allí el salir, esta vez, en blanco y negro del
cine.
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