Mucho ojo
Israel González
Muchas veces nuestros dos únicos limitados ojos no
son capaces de percibir nuestras propias erratas.
¿Por cansancio, por prisa, por distracción, porque
aparte de escribir realiza otros trabajos, porque anda ya arriba de los
cincuenta?
La verdad es que, acostumbrado a escribir, uno
revisa después de concluido el texto una o dos veces y, confiado, supone que
todo está en su sitio.
Sin embargo, al día siguiente o cuando se publica
en el blog, y uno revisa por enésima vez, encuentra, con verdadera pena,
que escribió una fecha por otra, que repitió palabras, que se coló unas
comillas donde no debía, etcétera,
etcétera.
En la plaqueta Agua en reposo, de mi
autoría, ni el editor ni yo nos percatamos que en el primer poema, el que da
título a la publicación, escribí:
El
búho observa desde su sombra.
El
tecolote canta presagios.
Estaba seguro que había escrito sapo en vez
de búho porque búho y tecolote son la misma ave.
Pero no reparé en el error hasta después que se
publicó y volví a revisar los poemas. Entonces corregí a lápiz los ejemplares:
El
sapo observa desde su sombra.
El
tecolote canta presagios.
No creo en la fatalidad de las erratas. Me parece
que se pueden y deben evitar. Sin embargo, me doy cuenta que recientemente
estoy cometiendo muchas. Y no me gusta. Me gustaría , como el gato, enterrarlas
en la arena para que nadie sepa sino yo, para que nadie vea.
Confieso haber escrito una fecha por otra de
publicación de Involución emocional del ser humano, de Verónica
Gutiérrez Portillo. Escribí miércoles 10 de junio, en lugar de miércoles
10 de julio, su exacta fecha de aparición en el periódico La Jornada,
entre otros errores de los que soy el único responsable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario