domingo, 17 de mayo de 2015

De un diálogo inusual, un impresor cumplido, dos escritores y un librito. Por Arturo Texcahua

De un diálogo inusual, un impresor cumplido, dos escritores y un librito.
Por Arturo Texcahua

El lunes 11 de mayo estuve en Toluca, en la Facultad de Humanidades, participando en un coloquio llamado Diálogos Humanísticos II, con una ponencia sobre el sistema literario mexicano en los años sesenta del siglo XX en México. Curiosamente, en la mesa nos reunimos estudiosos de diferentes disciplinas: unas odontólogas hablando desde la bioética de humanismo en el trato de los pacientes, y dos historiadores, uno destacando la cartografía del siglo XVI y el otro, una mujer, abordando el uso de la fotografía como recurso para el estudio histórico y el análisis social. Curioso diálogo, inusual pero pertinente.
El martes, mi amigo impresor (eres grande, caballero), se comprometió a entregarme los primeros ejemplares de El viejo reloj de oro, de Efrén Romero Acuña antes de su presentación. Y lo cumplió, como siempre. No diré su nombre, pero él y yo sabemos que es el único impresor que sí cumple. El trajín, en el que siempre estoy, no me había permitido darle las últimas revisiones a una novela interesante tanto por la simple anécdota que la sostiene como por los personajes históricos que destaca. Es una ficción escrita desde una apreciación personal que seguramente causará cuestionamientos. Efrén Romero es valiente, los aguantará. También es un cronista que ama a Xochimilco, su historia, su gente. Ahora ha organizado un festival cultural con motivo de las fiestas patronales de la Parroquia de San Bernardino de Siena. El escenario es el auditorio de este monumento artístico, espacio magnífico, aunque un tanto maltrecho por la falta de presupuesto oficial. Este lunes 18 de mayo presenta su novela, la primera de una zaga, según promete Efrén Romero Acuña, que recorrerá la historia de Xochimilco y de México en el siglo XX. Suena más que interesante. Ojalá cumpla su promesa.
También esta semana me reuní con dos personas que pronto publicarán en Trajín, Raúl Sánchez Benítez, un hombre lleno de historias e inquietudes, autor de La herencia maya en San Juan Chamula, y Claudia Fernández, inquieta compañera de la Universidad Autónoma del Estado de México, quien apenas regresó de una estancia académica en Murcia, España, que además de muchas experiencias, la animó a desear dar a conocer su primer libro de poemas: Volar sin alas.
El viernes 15 de mayo, justo el día del Maestro, presenté en el mencionado auditorio, también como parte de las actividades de citado festival, el librito Ceñir la palabra. Pequeño en dimensión (64 páginas), pequeño en tiraje (200 ejemplares) y pequeño en aspiraciones. Reúne varios relatos cortos o breves, o brevísimos, casi microscópicos. Entre sueños, obsesiones y ocurrencias ociosas, los textos se vuelven un ejercicio que busca en la concisión a un lector curioso. Espero que quienes se atrevan a leerlo lo traten (y a mí también) con benevolencia, y acaso encuentren en él deleite o algún provecho.

Estoy, además de metido en mis investigaciones literarias, escribiendo una carta que enviaré al rector Narro, donde denuncio los abusos de un par de maestros de la Escuela Nacional Preparatoria. Pronto daré cuenta de ellos.

1 comentario:

  1. muy buen libro; muy interesante, lo recomiendo ¡¡¡¡muchas felicidades!!!!!

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