sábado, 20 de diciembre de 2014

Primero lo superfluo, por Israel González

Primero lo superfluo
Israel González

Primero fue la televisión; pequeña no, grande, lo más grande que se pudo.
Después, el mercado invadió las tiendas de pantallas, y como hay que estar al día con lo superfluo, hubo que cambiar la anacrónica televisión enorme por una pantalla mediana y, posteriormente, según afloja un poco el nudo de las deudas, por una más grandota porque a los mexicanos pobres, ricos o de clase media, quién sabe por qué, nos gusta lo grandote, lo que apabulla, lo que grita “mírenme, estoy aquí”.
Por eso también había que recuperar el auto que vendimos ayer para aligerar algunas de nuestras deudas eternas. Sin auto no existimos, no somos nada. Eso de andar a pie, en el Metro o en el “pesero” no está bien, no es de ciudadanos que cuando menos aprendieron a leer y a escribir. Un auto da seguridad, estatus, aunque las calles y avenidas estén siempre atiborradas y nunca llegues a tiempo a ningún lugar. Y no importa que sea este viejo volkswagen al que hemos invertido todo lo que teníamos. No importa. Lo importante es no andar a pie, en Metro o en  “pesero”. “Nos desgastamos”, decía el abuelo…

Aunque después no haya para tragar ni para chupar y a la mitad de la quincena ya andemos otra vez empeñando nuestras miserias…

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