por Israel González
Todos los días, menos los jueves, la capilla de San Lucas ofrece cena a los desamparados.
Si sales de la estación del Metro Pino Suárez y bajas hacia la avenida Fray Servando Teresa de Mier, y son las siete de la noche, seguramente verás la fila de indigentes formados para recibir su porción de alimento.
La plaza de San Lucas –o Pino Suárez- no suele ser muy limpia ni muy agradable a los ojos.
Como otras muchas plazas abandonadas por los gobernantes, que siempre tienen mejores tareas que realizar en provecho de sí mismos, San Lucas es hábitat de indigentes, prostitutas, predicadores, basura y ratas.
Los árboles lucen desaliñados y su aspecto es el de pájaros mojados y tristes.
La ciudad, nunca como aquí ha sido un oasis.
Si sales de la estación del Metro Pino Suárez y bajas hacia la avenida Fray Servando Teresa de Mier, y son las siete de la noche, seguramente verás la fila de indigentes formados para recibir su porción de alimento.
La plaza de San Lucas –o Pino Suárez- no suele ser muy limpia ni muy agradable a los ojos.
Como otras muchas plazas abandonadas por los gobernantes, que siempre tienen mejores tareas que realizar en provecho de sí mismos, San Lucas es hábitat de indigentes, prostitutas, predicadores, basura y ratas.
Los árboles lucen desaliñados y su aspecto es el de pájaros mojados y tristes.
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