Santa Cecilita Tepetlapa, 18 de octubre de 2012.
Del libro Hubo una vez una revolución en Xochimilco, por Arturo Texcahua
La presentación de Hubo una vez una revolución en Xochimilco fue un éxito. Fueron ocupados las 189 butacas del auditorio Quetzalcóatl. Los autores dialogaron con el público. Se vendieron muchos ejemplares. Estuvimos alegres. El lleno se produjo por el apoyo de Elizabeth Llanos, quien convocó a sus pupilos de la secundaria, quienes a su vez llevaron a sus padres.
Se dieron algunos problemas logísticos. No se abrieron las puertas del foro hasta después de las seis, eso produjo molestia de la gente, contra nosotros y contra la delegación. La delegación Xochimilco no proporcionó todo lo que nos había prometido. Foro, sí; sonido, sí; mesas, no; paño, no; sillas para los presentadores, no; puntualidad, no. Pero María buscó la forma y al final lo resolvió.
Al principio se presentó una alegre coreografía revolucionaria por parte del grupo Primavera, el cual está formado por señoras, jubiladas del ISSSTE casi todas, que ensayan justamente en la terraza de la clínica de esa institución, que se encuentra frente al deportivo Xochimilco. Su entusiasmo y alegría siempre me emociona.
Estuvieron cuatro de los cinco autores: Efrén Romero, Enrique Urrutia, Hortensia Carrasco y José Bertoldo Peralta, condujo Samuel Arias. Carlos Bravo no llegó, tenía clases en la Universidad y algún problema laboral.
El domingo en Santa Cruz también tuvimos mucha gente. Igual faltó Carlos Bravo, quien esta vez llegó muy tarde por el tráfico que a todos nos afectó. Dicen que es por la feria del mole de San Pedro Atocpan.
Un asistente resultó ser el curador del Museo de la Revolución y nos invitó a presentar el libro en ese lugar. Cuando lo hagamos, allí estará presente la doctora Eugenia Revueltas, maestra, amiga y académica de renombre, para que encabece la presentación.
Me hubiera gustado agregar un prólogo al libro, quizá para la segunda edición. De ese modo hablar un poco de la historia de la revolución en Xochimilco. En esta ocasión solo escribí la cuarta de forros, la cual dice: Fue un tiempo que dejó colgados en los caminos, asesinados en las barrancas, acribillados en las calles por las balas y el sinsentido; fueron días aciagos de persecuciones y abusos, fueron horas que transcurrieron muy lentamente en los escondites que ocultaron a los jóvenes para que no se los llevara la leva, a las muchachas para que no se las robara la tropa y abusara de ellas, y a los perseguidos para que nos los fusilaran. Fue la guerra civil, la bola, la revolución. Porque hace cien años en Xochimilco también hubo una revolución, y la vida se alteró como nadie se lo esperaba. Vecinos contra vecinos, amigos contra amigos, hermanos contra hermanos, atrapados por la misma vorágine y colmados por el olor a muerte.
En Xochimilco, una tierra de campesinos, y en circunstancias proclives a cualquier incendio social, Emiliano Zapata dispersó la esperanza de acabar con viejas injusticias y reiterados abusos.
Este libro no detalla acontecimientos de relevancia histórica, no precisa fechas ni proclama la verdad de los hechos. Sí compila algunos relatos contados por los hijos o por los nietos de quienes vivieron en aquellos días. Son testimonios que, pese al riesgo de la tergiversación, la subjetividad o la manipulación del narrador, se asoman a lo ocurrido con suficiente veracidad y crudeza, y sin duda nos recuerdan y dan fe de una época incierta y violenta.
Hubo una vez una revolución en Xochimilco es un libro que se pensó para celebrar el centenario del movimiento de 1910, pero que por azares burocráticos (mentiras, promesas y apoyos incumplidos) es hasta hoy que ve la luz, con el propósito de afianzar una memoria tan cercana al olvido.
Este último comentario tiene dedicatoria: la delegación Xochimilco, tanto al delegado que se fue, Manuel González, como a la Subdirección de Servicios Educativos y Culturales, en ese entonces a cargo de Joaquín Praxedis, que de pronto se olvidó del asunto y nos dejó, como dicen acá en el pueblo de Santa Cecilia Tepetlapa, vestidos y alborotados. Confío en que las nuevas autoridades tengan palabra, sepan gobernar y administrar ya no digo mejor: nada más que lo hagan.
Algunos han calificado la lectura de este libro como amena y fácil de realizar. Eso era lo que precisamente queríamos y al parecer se logró. Hay quienes me han dicho que el relato de Carlos Bravo, "Upe, simplemente", es conmovedor hasta las lágrimas. El mejor juez, como siempre, es el lector. Los invito a leerlo.
La semana pasada iniciamos algunos de los talleres de redacción creativa, los dirigidos a alumnos de primaria. Esta semana arrancaron otros cuatro. Uno en la secundaria 89, Estado de Guerrero, con la participación de 25 alumnos. Me parecieron muchos, pero las autoridades nos dijeron que hay mucho interés por parte de los chicos, principalmente porque se recuerda todavía la experiencia de Calle por calle... En la biblioteca Quetzalcóatl, o central, que está en la parte de atrás del edificio delegacional, se abrieron dos grupos, uno muy temprano, a las 8 de la mañana y otro a las 4 de la tarde. El primero tiene 13 participantes, todas mujeres, y el segundo solo cinco, pero esperamos que la próxima semana se incorporen chicos de la secundaria técnica 28. El otro taller se desarrollará en el aula de capacitación de la delegación Xochimilco. En la primera sesión acudieron 15 personas, 13 empleados de la delegación y dos personas externas. Bueno, casi son 100 los participantes. Confiamos en tener igual número de crónicas al final de los talleres y para cuando se cumpla la fecha límite de entrega de trabajos, que es el lunes 28 de enero de 2013.
Hay tristeza. Xochimilco tiene más de 500 mil habitantes, el país y el mundo millones. Y entre toda esa población no hemos podido despertar el ánimo suficiente para que escriban una crónica sobre alguno de los muchos temas de los que se puede hablar de Xochimilco y que son interesantes, como análisis social, cultural, histórico, de esta zona: Barrios, pueblos, gente, transporte, cantinas, prostitución, basura, canales, viajes en trajineras, turistas, lavaderos, pozos, restaurantes, entretenimientos, cafés, parques, calles, vendedores ambulantes, iglesias, procesiones, gobierno, políticos, actividades culturales y artísticas, callejones, museos, sitios arqueológicos, tradiciones, costumbres, mercados, paseos, escuelas, grupos, delincuencia, entre otros. Y solamente tenemos cuatro (4) trabajos en dos semanas y media. No hay tiempo seguramente. Porque de crónicas posibles y de gente que las puede hacer, estamos seguros de que hay mucha tela de donde cortar. Seguimos esperando...
La próxima semana les platico de nuestra participación en la feria del libro.
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