sábado, 28 de julio de 2018

Reseña de Nada más, por Jovita Zaragoza Cisneros

Reseña de Nada más, por Jovita Zaragoza Cisneros. 
26-julio-2018.

NADA MÁS.
Alejandro González.

De Alejandro González conocía parte de su trayectoria como periodista cultural, editor y profundo lector de grandes autores, (Cassa Octavio Paz) , pero ignoraba que escribiera poesía. Acudí gustosa a la presentación de su obra NADA MÁS , deseando saludarle, conocerle e interesada por acercarme a su obra poética que, supe, se presentaría junto a otros autores. El evento Poesía a Cuatro Manos, denominado así por la presentación de la obra de cuatro poetas (Melchor Soto, Jaime Velasco, Efrén Romero, Alejandro González y del mismo editor, poeta también, Arturo Texcahua) , se llevó a cabo este viernes 20 de julio a las 5 de la tarde en la Biblioteca Central Quetzalcóatl, Centro Histórico de Xochimilco.
Apenas empezó a hablar Alejandro González de lo que significa para él la poesia, de sus motivaciones y del libro y, al escucharle leer dos de sus poemas , supe que estaba frente a un poeta de altos vuelos y de alguien profundamente respetuoso de la palabra y del hacer poético.
¿Hay buena y mala poesía? Imagino que sí.
Pero yo, sin ser poeta ni experta en poesía, la entiendo- sin embargo- como un arte supremo. Y , como todo arte, tiene y exige su rigor . Y es desde allí que puedo distinguir si en lo que estoy leyendo hay solamente un regodeo de la rima o la palabra vana, plagada de lugares comunes.
La poesía es estética , es profundidad. Y mucho más.
Ya lo decía Octavio Paz.
“La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al
mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un
método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro. Pan de los elegidos; alimento maldito. Aísla; une. Invitación al viaje; regreso a la tierra natal.
Inspiración, respiración, ejercicio muscular. Plegaria al vacío, diálogo con la ausencia:
el tedio, la angustia y la desesperación la alimentan. Oración, letanía, epifanía,
presencia. Exorcismo, conjuro, magia. Sublimación, compensación, condensación del
inconsciente” (fin de la cita)
Pero lograr esa riqueza en plegaria, ese sublimar el diálogo con la ausencia, esa oración, letanía, epifanía, solamente la consiguen quienes teniendo los atributos arriba señalados la complementan abrevando de la mucha y buena lectura que da orden y sentido a esa sensibilidad exquisita que acompaña al poeta. Y Alejandro González , periodista cultural de importantes medios (Hoy en la Cultura de Canal 11, y otros más) , tiene esos atributos.
Comparto aquí parte de lo que dijera en la presentación y que habla, en mucho de su trabajo y lo que podemos encontrar en su obra.
“ Lo que si puedo asegurar es que como lector he disfrutado mucho de muchísimos autores, de muchos poemas y que al escribir traté siempre – sobre todo al reescribir-traté siempre de no ser desleal a esas lecturas ni a esos autores y pensaba siempre que si publicaba publicaría algo que valiera un poco la pena, que no tuviera mucho desdoro en relación con esos autores a los que admiro tanto y esos textos que he leído y releído durante muchos años. Y mi pequeña esperanza ahora que está este librito circulando ya entre ustedes los lectores, mi pequeña esperanza es que no los defraude mucho. Que sea motivo de alguna alegría, de algún goce para ustedes y que, como le decía a Arturo y lo digo ahora en la contraportada, que si algo sobrevive de estas líneas y de algunas otras que he estado escribiendo en estos años, esto justificará un poco mi amor a la poesía y a la literatura y mi amor también a cierta perfección que es la que me han enseñado mis maestros, los grandes autores.
“…espero que como autor sea por lo menos un poco digno de lo que han sido mis maestros o de aquellos textos que he admirado mucho a lo largo de la historia. Un escritor super importante, Mario Vargas Llosas, decía alguna vez que “si uno quiere ser escritor no debe temer a medirse con los grandes autores, porque esa es la única manera de escribir algo que valga la pena” . Y yo creo en eso profundamente. Y creo también en otra expresión que esa me ha costado más trabajo llevarla a la práctica de otro premio nobel , Camilo José Cela , quien un día en una entrevista con Ricardo Rocha le dijo : “hay que ser autocríticos , pero no al grado de la parálisis”. Y siempre que me paraliza la autocritica pienso en esa frase y digo tiene razón, hay que aventarse al ruedo, hay que – como dice otro poeta admiradísimo, Gabriel Zaid-, soltar los remos y dejarse llevar.
“…Y lo he intentado . No sé si con éxito o no, esa pregunta, esa duda me ha consumido en estos meses y – les repito- espero que cuando leen estos versos encuentren lago que valga la pena. Esa es mi ilusión de autor y me gustaría que así fuera, que encontraran algo que valga la pena. Un verso o dos .
“…Octavio Paz con toda su grandeza decía que él esperaba que sobrevivieran tres o cuatro poemas suyos, imagínense yo que puedo esperar. Pero me gustaría que algo sobreviviera, un verso. Y esto es todo lo que me gustaría decir hoy. Les agradezco mucho su presencia, su amistad, su gesto de estar aquí con nosotros acompañándonos y espero que en los próximos meses conversemos ampliamente sobre la poesía, sobre el arte, sobre eso que tanto nos entusiasma, tanto nos anima. …Por último me gustaría mucho leer un par de textos de libro, de la plaqueta que se llama: “NADA MÁS” , como ya dijo Arturo y , pues en esos dos textos tratar de sintetizar un poco lo que ha sido la poesía, una búsqueda de respuestas y una búsqueda de la emoción estética. Entonces me gustaría que en esos dos textos pudiera encontrarse algo de eso”
...........
Desde este modesto espacio y mi lectura personal, puedo decirle a Alejandro González lo que decía José Vasconcelos: “ Para distinguir los libros, hace tiempo que tengo en uso una clasificación que responde a las emociones que me causan. Los divido en libros que leo sentado y libros que leo de pie. Los primeros pueden ser amenos, instructivos, bellos, ilustres, o simplemente necios y aburridos; pero, en todo caso, incapaces de arrancarnos de la actitud normal. En cambio, los hay que, apenas comenzados, nos hacen levantar, como si de la tierra sacasen una fuerza que nos empuja los talones y nos obliga a esforzarnos como para subir. En éstos no leemos: declamamos, alzamos el ademán y la figura, sufrimos una verdadera transfiguración”
A mi eso me pasa lo que Vasconcelos señala con la buena literatura y con la poesía. Apenas inicio su lectura y , al margen del estado de ánimo en que me encuentre, me atrapa , me sacude y me resulta poco menos que imposible despegar los ojos de ella. Leo y vuelvo nuevamente a su lectura, porque no hay forma de sustraerse a la belleza de una obra escrita con la palabra que describe la emoción con elegante precisión y ritmo y cadencia lograda. No hay manera de escapar de la estética del pensamiento profundo, amoroso y espiritual.
Eso y más experimento al leer, una y otra vez, la poesía que Alejandro González y sus más de 10 poemas presentados en una hermosa y bien cuidada portada.
Comparto aquí uno de sus poemas leídos en la presentación.
TIEMPO ES OLVIDO.
Escribes guiado por el tiempo.
Te preguntas si sobrevivirán tus líneas.
Si alguien susurrará tus palabras como has hecho,
con las de otros, al oído de la amada;
si ella se conmoverá
o sonreirá ante la torpeza de tu lenguaje.
Si algún curioso anciano se sentará
con mirada complacida
a repasar las hojas de tu libro.
Si algún chico imberbe recortará del suplemento la revista
tus versos para guardarlos entre los apuntes de su cuaderno
o su diario y releerlos de vez en cuando.
Si el ama de casa se topará casualmente con un poema
que recuerde al marido mientras éste trabaja.
Si la joven adulta derramará una lágrima
ante las imágenes que evoque al leerte;
si sentirá su mano trémula, su pecho sobresaltarse
y las rodillas tornarse cálidas.
Si al herrero, la recamarera o al albañil
algo le sugerirán tus palabras al escucharlas sin querer.
Si el político tendrá un espacio en la agenda
para regresar a su condición humana
y te recitará en la mesa, como diciendo un discurso,
ante la mirada atónita de su hija y su mujer.
Si el policía tendrá entraña para regocijarse o condolerse
de lo que un extraño ha sentido y dejado en el papel.
Si el editor te publicó porque le caíste bien
y los presentadores te elogiaron más amables que convencidos
-amigos al fin.
Si el librero, hojeando las novedades,
decidirá colocar lo tuyo en una mesa privilegiada.
Si el lector potencial te hallará y llevará a su casa.
Si alguien te robará una vez, sólo una (lo deseas ávidamente),
de la biblioteca pública o de la casa ajena.
Si la bibliotecaria echará de menos tu poesía.
Es casi imposible que ello ocurra,
la mayoría de esas incógnitas nunca te será desvelada.
Es el azar pleno lo que dictará tu destino de poeta.
Muy de vez en cuando alguien te contará alguna anécdota
sobre tu obra.
Generalmente, le sonreirás como no dándole importancia al asunto,
le agradecerás que te lea y dirás borgeanamente: “se hace lo que se puede”.
Y tus hijos y sus hijos conservarán tu librito
como una curiosidad, si acaso,
encariñados con tu memoria amarillenta
-si tienes suerte.
Es improbable que lo demás te ocurra.
Es improbable que sea mañana o en los 100 años que dice Joyce.
Resígnate, escribes para el olvido.
Nada más.
FIN DEL POEMA.
Gracias, Alejandro. Gracias.

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