jueves, 3 de enero de 2019

Sueño en otro idioma, por Israel González


Sueño en otro idioma

Israel González

Entremos en el sueño de la película; dejemos que nos envuelva la niebla como cubre inopinadamente la espesa vegetación; vayamos al mar que nunca duerme y entre sus olas presurosas seamos los cuerpos de Evaristo y de Isauro (“Sueño en otro idioma”, México, Ernesto Contreras, 2017) entregados al juego, sin tiempo y sin prisa, de la juventud.
Dejemos que Evaristo e Isauro disfruten las olas y la luz y la arena que acaricia la desnudez de los pies porque pronto, muy pronto descubrirán que esa amistad que no los suelta nunca, que los hace buscarse y estar siempre juntos es amor, un amor que en ese pequeño y hermoso pueblo tropical, cercano al mar, no puede ser, pues amar en un idioma diferente al heterosexual no está bien visto. Y del amor al odio…
Hubo un tiempo en el que hombres, animales y plantas hablaron la misma lengua, fue el tiempo de la dulzura y la voluptuosidad del zikril que ahora sólo hablan una mujer y dos hombres, precisamente los que alguna vez se amaron pero terminaron construyendo, durante cincuenta años, muros de rencor y coraje.
Hay otros personajes, como Martín, el lingüista de la ciudad que ha llegado al pueblo con la intención de recuperar el zikril, y Lluvia, la nieta de Evaristo, el más rencoroso de los antiguos jóvenes amantes.

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