Israel González
Dentro de poco concluirá el “34 Foro Internacional
de Cine”, entre cuyas catorce películas se encuentra el documental “Eco de la
montaña” (México, 2013), del cineasta nayarita Nicolás Echevarría.
En 1997, nos recuerda la cinta, un hermoso mural de
chaquira del artista huichol Santos de la Torre pasó a formar parte (sin su
firma) del Museo de Louvre de París, en cuya inauguración estuvo presente, cómo
no, el responsable de la masacre indígena de Acteal, Chiapas, Ernesto Zedillo,
pero el artista no.
La actitud de Ponce de León muestra con inobjetable
claridad el desdén histórico de los gobernantes hacia los indígenas y hacia lo
popular; sin embargo “Eco de la montaña” no es un historial de agravios, ni
siquiera un reclamo.
En “Eco de la montaña” vemos a Santos de la Torre en
compañía de su familia, en Zacatecas, iniciar un mural. Lo vemos transitar por
las tierras secas de San Luis Potosí y concluir en Nayarit su peregrinar. Somos
testigos del ritual del peyote y del proceso de creación del artista.
Los indios siempre se han sentido parte de la
naturaleza y por eso la defienden, y por eso siempre recurren y vuelven a ella.
Como los huicholes que vuelven al peyote que transforma en serpientes a las
piedras; que regresan al mar del que un día salieron en busca de la luz que
todavía no encuentran.
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