Zozohua
Por Graciela Salazar Reyna
Hay momentos en
que nos sentimos desarmados, vulnerables, despojados de la fuerza natural que
mueve de por sí el hecho de estar vivos. La sal de la vida, dirán algunos; pero
qué cuando tienes la sensación de estar experimentando retrocesos en el tiempo
que te tocó. Ciencia y tecnología avanzan con celeridad, no cabe duda, mas no
deja de entristecer que su impacto mayor es en el consumo –sí en la economía,
pero no exactamente beneficiando a las
mayorías-, no más allá de la vanidad y apego a la cosificación del momento,
respondiendo a qué marca y cuál generación es la que adquiriste.
¿En la política?,
baste recordar las recientes pasadas elecciones; y así, en seguridad,
educación, protección ambiental, eficacia y honradez de los servidores
públicos; más aún, la vida ofensivamente privilegiada que se da la casta en el
congreso, en tanto pobreza y desempleo crecen y el sueldo de los trabajadores
mexicanos apenas alcanza para mal comer, pagar servicios y propiciar, en los jóvenes
que se salvan de la violencia, caminos fáciles de obtener dinero y conseguir lo
que los mantiene en su confort inconsciente. Qué importa quién nos representa
nacional e internacionalmente, diga y haga tampoco importa; qué tanto aumenta
la canasta básica o si se vende el petróleo nacional al mejor postor;
¿preguntar, enterarse, cómo y por qué, para qué?
Uno se resiste a
aceptar que “cada quien tiene lo que se merece”, porque no podemos
responsabilizarnos de los demás; no obstante, me pregunto, cuándo llegaremos, a
ver en nuestro amado país al menos un poco de lo que ocurre en estos momentos
en Uruguay, ese pequeño país en donde sus habitantes están logrando deshacerse
del lastre inmoral de políticos corruptos, ¡increíble!; pero posible.
Intuyo que quien
viaja conmigo en este trajín estará de acuerdo conmigo: siempre existe un
resquicio por donde ver y asomarse. Al escribir la primera línea de esta
columna veía con dolor imágenes del sitio que les comparto, en torno a los
crímenes provocados por la inconciencia[1],
de un modo hay que llamarle. Luego, me divertí releyendo a Mario Benedetti
(1920-2009) –aquí un fragmento- y degustando del discurso de José Mujica[2],
uruguayo también de singular horneada. Renace la ilusión de que un día, no muy
lejos, los mexicanos podamos alcanzar la estatura de elegir, para que dirija
nuestro país, un hombre honrado e inteligente.
Cuando el presidente, cualquier
presidente /se preocupa tanto /por los derechos humanos /parece evidente que en
ese caso /derecho no significa facultad /o atributo (…) / ¿no sería hora de que
iniciáramos /una amplia campaña internacional /por los izquierdos humanos?
(Ahora todo está claro).
[2] http://www.youtube.com/watch?v=3cQgONgTupo Intervención presidente Mujica en Río +20
(18/02/2013, 11:18)
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