sábado, 27 de octubre de 2012

La cultura desde Xochimilco Por Jaime Velasco Luján En la XII Feria del Libro en el Zócalo, por Arturo Texcahua


En la XII Feria del Libro en el Zócalo, por Arturo Texcahua

Santa Cecilia Tepetlapa, Xochimilco, 27 de octubre de 2012



Para que los libros de Trajín estuvieran en la XII Feria Internacional del Libro en Zócalo, llegué a la Plaza de la Constitución desde Santa Cecilia Tepetlapa, vía microbús-tren ligero-estación Taxqueña-estación Zócalo y después de dos escalas. 1. Estuve en el inicio de nuestro taller de crónica en el aula de capacitación de la delegación Xochimilco que tuvo a bien conseguir María, como parte del proyecto Crónica de una Celebración. Reunimos 15 alumnos, algunos estudiantes de preparatoria abierta, vecinos de Xochimilco y un instructor muy experimentado y comprometido con su trabajo: Arturo Navarro. 2. Tuve que pagar el seguro del auto. Ese viernes el sol pareció de primavera. Con una mochila repleta de libros llegué al  stand de Tonatihu Mercado y los acomodé en una fila destinada a Morvoz y a Trajín debajo de sus libros-objetos artísticos de editorial Lago (porque l’hago yo, explica Mercado). Muy creativo lo que hace. Mariana, la diseñadora y su novia, derrocha talento. Sus poetrapos fueron otra vez un éxito. Dejé los libros, y estuve un rato por allí, curioseé, comí y cuando regresé a Xochimilco pasaban de las ocho. Ya no pude ir a la apertura de la exposición fotográfica de Araceli Peralta, Un paseo por Xochimilco, que se presenta en la vicaría de la parroquia de San Bernardino. Solo abre los fines de semana.

A la feria regresé otros días, para ver si se vendían los libros. El lunes 22 Morvoz presentó Los amorvozos, con autores, modelos y amigos, y muchos asistentes. Bien, pero no hubo venta de libros. Problemas logísticos impidieron la publicación del libro. Nos acompañó Alejandra Galaviz, mi nueva amiga actriz, quien interpretó-leyó uno de los poemas. Éric nos invitó a celebrar el acontecimiento, pero yo no pude ir porque Tonatihu me había pedido el favor de que me quedara a vender mientras él iba a ensayar el espectáculo que realizaría el jueves 25. Me agradó estar allí un par de horas. Quizá si hubiera sido todo el día hubiera explotado como chinampina barata. El caso fue que a dos puestos de donde yo estaba se encontraba Jesús de la Peña y Carlos Chávez leyendo poesía a toda voz. Muy bien por estos chavos. Casi enfrente de ellos estaba Mónica Gameros y su cartonera. En esa carpa de las independientes había de todo. Por mencionar un caso, enfrente de mí estaban unos cuates que vendían libros esotéricos, de fantasmas y de extraterrestres. A un lado de ellos estaban unos seguidores de Krishna, con su atuendo anaranjado típico convenciendo o intentando convencer a todos los que se acercaban a ellos. Del lado izquierdo del puesto estaba un cuate al que envidio mucho, de a de veras, y cómo no, si es un autor que tiene casi 20 libros y dos o más ediciones de cada uno de ellos. Mario Cruz García, con quien tuve oportunidad de platicar. No lo he leído, pero debo hacerlo. Lo más interesante de Mario Cruz es que él mismo edita sus libros. Dice que su primer libro lo llevó a Plaza & Janes y lo rechazaron. Entonces decidió publicarlo por su propia cuenta. No se vendió. Pero siguió escribiendo y publicó otros títulos. Con el tercero empezó a vender y sus lectores a crecer. Hoy sus seguidores son miles y esperan con ansiedad su siguiente libro. Es toda una celebridad en la materia: literatura gótica. ¿Han leído El evangelio de los vampiros? Llegó tarde Mercado. Así que de pronto me sentí solo en la carpa de las independientes. Fuimos los últimos en levantar. Pero me gustó, porque Tonatihu es un individuo simpático. Debo decir que aproveché para hojear y leer lo que pude de su novela El mirón de la ventana no vio nada, casi la termino mientras lo esperaba. Todo lo que leí me gustó. Busca un lector exigente y curioso.

Estuve en el cierre de la feria, en la presentación que precisamente hizo Tonatihu de la editorial Lago. Hicimos cuentas, me pagó lo convenido y nos despedimos muy cordialmente cuando muchos ya recogían. Como en todo final, sentí un poco de nostalgia.


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