Hace 8 días, caminando por Xochimilco, vi en una modesta librería un libro que siempre quise tener, "El punto", después de regatear lo compré en 50 pesos, lo leí con gran placer porque así es como se debe enseñar (a quien sea); el domingo se los leí a mis nietos y se quedaron con el ejemplar; ahora comparto con ustedes este auténtico regalo de vacaciones, la historia original es inglesa, la adapto:
La profesora de pintura y dibujo, se acercó al pupitre de Berna y vio que su hoja estaba en blanco.
Berna no quería hacer nada, no le gustaba la clase y estaba enojado.
La profesora dijo:
—Pon cualquier cosa y te puedes ir.
Berna tomó el lápiz y clavó la punta en la hoja.
La profesora dijo:
—Ahora firma el punto.
El niño sabía escribir su nombre, así que lo puso y salió.
Al día siguiente, al entrar al aula, Berna vió que su hoja, con el punto en medio, estaba encima del escritorio de la profesora en un marco dorado; no supo que pensar, hasta que reaccionó y dijo:
—Puedo hacer un punto mejor que ése.
Tomó su estuche y empezó a dibujar puntos pequeños de colores, puntos medianos mezclando las pinturas, puntos grandes y se concentró tanto que pintó lo suficiente para una exposición.
Cuando llegó el fin de cursos, la exposición de los puntos de Berna era enorme y le gustaba a la gente por su gran colorido. Un niño se acercó a Berna y le dijo que no sabía dibujar pero si le enseñaba...
Berna le dio una hoja y le dijo:
—Escribe una línea.
El niño escribió una línea quebrada. Berna vio el dibujo y le dijo:
—Ahora firma la hoja.
En Oriente llamarían a esto "El círculo perfecto" o "El alumno se convierte en maestro."
¡Cuántas buenas profesoras hacen falta en nuestras escuelas! ¡Qué difícil es ser un buen profeta.
La próxima vez, los sueños. ¿Por qué no recordamos todos los sueños?, ¿Por qué soñamos? ¿Qué relación hay entre el arte y el sueño? Ese correo ya lo escribí pero no me gustó, lo imprimí y lo reharé.
HASTA LA PRÓXIMA
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