La dictadura perfecta
Israel González
A estas alturas de la vida, la dictadura del PRI ya no es tan perfecta. Los mecanismos de los que se ha valido para permanecer en el poder y regresar, después de su prolongación mejorada en dos sexenios panistas, son por todos conocidos.
Nadie ignora que para permanecer en el jugoso negocio de saquear al país, el PRI además de comprar votos, amedrentar o matar, se vale de la prensa escrita, la radio y la televisión (el que paga manda) para manipular la realidad a su conveniencia.
Padecemos un país donde desde hace un mes secuestraron a 43 estudiantes normalistas y los que deberían saber no saben ni hacen nada como no sea gesticular ante las cámaras de una televisión mexicana que avergüenza.
En el largometraje La dictadura perfecta (Luis Estrada, México, 2014), el director recrea ese mundo de complicidad entre un político y una televisora muy parecida al canal 2 y a sus “periodistas”.
Carmelo Vargas, un gobernador que puede ser el de cualquier estado del país, quiere, para seguir robando, ser presidente de la república y, para ello, no hay como difundir su imagen, meterla dulcemente en los hogares a través de un canal de televisión que conoce muy bien el poder de la imagen y del dinero.
En las casi tres horas que dura la película (con la excelente actuación de Damián Alcázar, Joaquín Cosío, Saúl Lisazo, Arath de la Torre, Alfonso Herrera, Osvaldo Benavides, Silvia Navarro, entre otros) el espectador no deja de reír ante los montajes y la desfachatez que ya conoce.
No hay comentarios:
Publicar un comentario